Gracias, Señor

1. Gracias, Señor

2. ¡Gracias, Señor!, por ser un Soñador, y darte en alimento como Pan. Bordeabas los sembrados bendiciendo el trigo al pasar y acariciabas la espiga pensando en la harina, ampo de hostia, Pan de Eucaristía.

3. ¡Justo es darte gracias, Señor!, por tu Cuerpo, Pan que se comparte, por tu Sangre, Vino festivo de amistad, para brindar por la Vida en la mesa universal del altar anticipo del banquete celestial.

4. ¡Necesario es darte gracias, Señor!, por sentarte a nuestra mesa sin etiqueta, ni puesto reservado, donde se juntan como hermanos lo mismo el pobre que el rico el anciano que el niño.

5. ¡Gracias, Señor!, por estar presente en cada ser humano, lo mismo del que siembra el trigo en los campos labrados que del que hace reír a los niños como payaso en el circo.

6. ¡Gracias, Señor!, por el lirio y la espiga que madura en el campo espléndida en fruto sazonado, y por la mujer que da a luz y amamanta al hijo como el regalo mejor del Dios que da la vida.

7. ¡Gracias, Señor!, por el sol que nos alumbra, el aroma sutil de cada flor en primavera, el relincho del potro en la dehesa, o el canto alegre del jilguero, el agua clara de la fuente, y el amor expresado en cada cosa. ¡Gracias, Señor!, por el habitual desparpajo de nosotros, tus hermanos, a la hora de decirte que te amamos. ……………………..

8. ¡Gracias, Señor!, porque espabilas la llama tenue de la fe y mantienes viva la esperanza de renovar en cada hogar una Vida más plena y humana en aras de hacer del hombre un ser donde se hagan realidad tus Sueños, Señor. ………………………………………………

9. ¡Gracias, Señor!, por ser un Soñador, y darte en alimento como Pan. Bordeabas los sembrados bendiciendo el trigo al pasar y acariciabas la espiga pensando en la harina, ampo de hostia, Pan de Eucaristía. ¡Justo es darte gracias, Señor!, por tu Cuerpo, Pan que se comparte, por tu Sangre, Vino festivo de amistad, para brindar por la Vida en la mesa universal del altar anticipo del banquete celestial. ¡Necesario es darte gracias, Señor!, por sentarte a nuestra mesa sin etiqueta, ni puesto reservado, donde se juntan como hermanos lo mismo el pobre que el rico el anciano que el niño. ¡Gracias, Señor!, por estar presente en cada ser humano, lo mismo del que siembra el trigo en los campos labrados que del que hace reír a los niños como payaso en el circo. ¡Gracias, Señor!, por el lirio y la espiga que madura en el campo espléndida en fruto sazonado, y por la mujer que da a luz y amamanta al hijo como el regalo mejor del Dios que da la vida. ¡Gracias, Señor!, por el sol que nos alumbra, el aroma sutil de cada flor en primavera, el relincho del potro en la dehesa, o el canto alegre del jilguero, el agua clara de la fuente, y el amor expresado en cada cosa. ¡Gracias, Señor!, por el habitual desparpajo de nosotros, tus hermanos, a la hora de decirte que te amamos. ¡Gracias, Señor!, porque espabilas la llama tenue de la fe y mantienes viva la esperanza de renovar en cada hogar una Vida más plena y humana en aras de hacer del hombre un ser donde se hagan realidad tus Sueños, Señor. Juan Manuel del Río