Nos han dado la tierra

2. � resulta asombroso, hoy, leer consideraciones [cr�ticas negativas] acerca de la "desordenada composici�n", la falta de unidad, la ausencia de argumento central, las escenas deshilvanadas, el esquematismo [de los cuentos de Juan Rulfo y, sobre todo, de su novela: Pedro P�ramo]. Una mera sinopsis, una exposici�n irresuelta y relatos inconexos que naufragan por la falta de unidad. Todos estos reproches part�an de concepciones in�nimes de la novela como unidad de personajes, argumento y estilo. La elipsis narrativa de Rulfo desconcertaba a los cr�ticos y lectores de novelas "bien hechas", es decir, adheridas a la l�gica y sin resquicio de misterio. La cercan�a de Pedro P�ramo a la forma po�tica enajenaba, tambi�n, a cr�ticos y lectores acostumbrados a novelas que lo eran por que, a la manera de Zola, describ�an detalladamente muebles, calles, carnicer�as y burdeles.

3. Rulfo estaba haciendo y diciendo algo distinto y tan simple como esto: la creaci�n literaria pertenece al mundo plur�voco de la poes�a. No se la puede juzgar con el criterio un�voco de la l�gica. En la l�gica, los hechos tienen un solo sentido. En la po�tica, tienen muchos sentidos. �ste es el hallazgo que separa a Rulfo de las categor�as "realista", "naturalista", "costumbrista", "documental" y otros fieles reflejos de la realidad que la preceptiva cr�tica mexicana de mediados del siglo XX exig�a � El desconcierto saludable que produjo la obra de Rulfo no es ajeno al hecho de que todos los elementos de la novela realista tradicional mexicana est�n all�, pero elaborados de una manera ins�lita, po�tica, renovadora. Yo lo dec�a de esta manera en mi rese�a de 1955: la descripci�n de la naturaleza en Rulfo nunca se da como fen�meno aparte, jam�s es descanso l�rico sino m�s bien un todo completo que desde las primeras p�ginas penetra la conciencia del lector y de los personajes. � no se trata de una naturaleza apacible. Representa un conflicto, el de un pa�s que se crea y se sue�a en la luz pero que vive en un llano de polvo seco, roas ardientes y tumbas inquietas.

4. Nos han dado la tierra El t�tulo: la iron�a y su procedencia. Isotop�a de la negaci�n: proliferaci�n de part�culas negativas. Escritura y oralidad... otra vez. Desterritorializaci�n / Reterritorializaci�n Los de�cticos. Su funci�n. El narrador, �a la escucha de las voces profundas y oscuras�.

5. El t�tulo: la iron�a y su procedencia. DEFINICI�N DE IRON�A: figura ret�rica que consiste en afirmar lo contrario de lo que se quiere dejar entender: �Qu� honestos son los banqueros estadounidenses! �POR QU� EL T�TULO, �Nos han dado la tierra�, ES IR�NICO?

6. El t�tulo: la iron�a y su procedencia. A menudo, mediante la iron�a estamos citando las palabras de otra persona con la que no estamos en absoluto de acuerdo. Por ejemplo, un estudiante que considera que un curso es extremadamente dif�cil podr�a decirle a un compa�ero: �S� que es f�cil este curso! porque eso es lo que dijo el profe el primer d�a... �Ocurre algo parecido en el cuento?

7. La escritura como instrumento de dominaci�n.

8.

9. DESterritorializaci�n

10. DESterritorializaci�n

11. La funci�n de los de�cticos � ... incipiente proliferaci�n de los de�cticos, que ... a m� me parecen fundamentalmente vinculados a la implantaci�n en lo local ... Comienza a esbozarse una b�squeda de lo local, una aspiraci�n a estabilizar la trashumancia. Este lugar en viaje, este lugar que los hombres llevan consigo mismos ... es en ellos lo inclaudicable, quiz�s la �nica raz�n de su existencia. Desmovilizados, desarmados, desmontados, despu�s de perderlo todo y de recibir una tierra que no les sirve, estos hombres van en pos de un lugar en que habitar, para reconstituir as� su h�bitat local�. Jaime Concha. �Lo local en los cuentos de Rulfo�. Revista canadiense de estudios hisp�nicos XXII.2, invierno 1998: 206-207.