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Catecismo de la Iglesia Católica

Delegación Episcopal de Catequesis de Madrid. Catecismo de la Iglesia Católica. Índice Al servicio de la catequesis y de la transmisión de la fe Del Símbolo de los Apóstoles a los catecismos doctrinales El catecismo-libro doctrinal: de Lutero al Astete y Ripalda

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Catecismo de la Iglesia Católica

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  1. Delegación Episcopal de Catequesis de Madrid Catecismo de la Iglesia Católica

  2. Índice • Al servicio de la catequesis y de la transmisión de la fe • Del Símbolo de los Apóstoles a los catecismos doctrinales • El catecismo-libro doctrinal: de Lutero al Astete y Ripalda • Necesidad de un nuevo catecismo universal • El Sínodo de los Obispos de 1985 • Historia de la redacción • Autor y autoridad del Catecismo de la Iglesia Católica • Los destinatarios • Objetivos del Catecismo • El catecismo debe ser entendido en su totalidad • Características y líneas de fondo más destacadas • La economía salvífica, hilo conductor del Catecismo • La exposición de la economía de la Revelación • La economía sacramental • La economía salvífica • La economía espiritual 2

  3. 1) Al servicio de la catequesis y de la transmisión de la fe El término catecismo proviene del latín eclesiástico catechismus, emparentado con el verbo latino catechizarecatequizar que, a su vez, tiene sus raíces etimológicas en el verbo griego Katejeo. Los catecismos son compendios sucintos y claros de la doctrina cristiana, sancionados, de una manera u otra, por la autoridad eclesiástica, y destinados bien a los niños o gente sencilla, bien a los propios catequistas y sacerdotes para proporcionar los elementos fundamentales de la fe. Deben recoger de modo sistemático y orgánico la Verdad revelada, como la vive y expresa la Iglesia en los distintos lenguajes litúrgico y oracional, testimonial, comunitario y magisterial. Cada lenguaje es limitado y uno solo no puede introducir, con toda la riqueza de la tradición eclesial, en la sustancia viva de la fe y la vida de la Iglesia. 3 índice

  4. 2) Del Símbolo de los Apóstoles a los catecismos doctrinales Desde el tiempo de los Apóstoles: La Iglesia ha dado a conocer todo lo que enseñó y mandó el Señor Jesús, para que los hombres creyendo en Él y bautizándose alcanzaran la vida eterna; La Iglesia resumió lo fundamental de la fe en fórmulas fáciles y breves con el fin de transmitir fielmente lo que Jesús enseñó y lo que predicaron los apóstoles. Esas fórmulas muy pronto se revelaron como instrumentos catequéticos utilísimos para los evangelizadores y los catequistas. 4 índice

  5. 2) Del Símbolo de los Apóstoles a los catecismos doctrinales El Símbolo de la fe, o Credo: Resume los momentos esenciales de la historia de la salvación desde la creación hasta la venida del Espíritu Santo y la constitución de la Iglesia. Nos ayuda a recordar sintéticamente lo que Dios ha querido revelarnos de sí mismo y de su voluntad para con nosotros. 5 índice

  6. 2) Del Símbolo de los Apóstoles a los catecismos doctrinales Gracias al Símbolo, es posible: Iniciar a los catecúmenos y catequizandos en la fe de una manera orgánica y sistemática. • Ayudarles a conocer los elementos y contenidos básicos y fundamentales de la fe cristiana • Ayudarles a comprender el significado y el alcance que tienen para la vida de cada día la fe de la Iglesia. • Por eso se considera el Símbolo de los Apóstoles como el primer catecismo al servicio de la catequesis. 6 índice

  7. 2) Del Símbolo de los Apóstoles a los catecismos doctrinales Entre los siglos VII al IX, progresivamente fue desapareciendo el catecumenado bautismal de adultos y con él desapareció también esa forma original de educar la fe llamada catequesis. Apareció, en cambio, un nuevo modo de Iniciación Cristiana mucho más informal. El peso recaía ahora en la familia y en los sacerdotes. Las predicaciones dominicales y los días de fiesta de precepto servían para enseñar el padrenuestro, el símbolo, las virtudes y vicios más frecuentes, la doctrina de los sacramentos y, en particular, el modo de confesar los pecados y otras fórmulas doctrinales. 7 índice

  8. 2) Del Símbolo de los Apóstoles a los catecismos doctrinales En el siglo XII aparecieron manuales de vida cristiana sobre los deberes de los cristianos seglares y la preparación a los sacramentos, pero que, a su vez, contenían una exposición sumaria de la doctrina cristiana. Su finalidad principal era preparar a los fieles para su confesión anual. 8 índice

  9. 2) Del Símbolo de los Apóstoles a los catecismos doctrinales En los siglos XIII al XV nacieron los manuales de predicación. El más clásico y difundido en la Europa occidental de cultura latina fue el Manipuluscuratorum, compuesto hacia 1330. Estaba dividido en cuatro partes: • quid credendam(credo), • quid petendam(padrenuestro), • quid faciendam(mandamientos) • quid sperandam(gloria del paraíso y postrimerías del hombre). 9 índice

  10. 2) Del Símbolo de los Apóstoles a los catecismos doctrinales • En los siglos XIV y XVla predicación y la enseñanza tuvieron un fuerte acento moralizador ante la decadencia general de las costumbres cristianas. 10 índice

  11. 2) Del Símbolo de los Apóstoles a los catecismos doctrinales En el siglo XVI se multiplicaron las escuelas de la doctrina cristiana. El concilio de Trento prescribió el catecismo dominical y festivo para niños y jóvenes. La instrucción dominical girará cada vez más en torno al catecismo libro-doctrinal. 11 índice

  12. 2) Del Símbolo de los Apóstoles a los catecismos doctrinales Durante los siglos XVII al XX los catecismos se escribieron con un tono apologético y un lenguaje alejado de las fuentes de la Sagrada Escritura y de la liturgia. Estaban llenos de términos abstractos, pues fueron pensados más para la instrucción magistral que para suscitar el acto personal de fe. Por esto mismo los catecismos y la catequesis meramente instructiva se percibieron como insuficientes ya desde los albores del siglo XX. 12 • Las preguntas escolares de los catecismos ya no respondían a las nuevas inquietudes y a los nuevos problemas que el hombre debía afrontar, ni en la cultura, ni en la sociedad, ni en la familia, ni en el trabajo, etc. índice

  13. 3) El catecismo-libro doctrinal: de Lutero al Astete y Ripalda • En 1357 apareció el primer catecismo inglés, del cardenal Thoresby. Se trataba de la refundición de una obra medieval titulada De informationesimplicium(hacia 1281). • En 1478, el cardenal Pedro González de Mendoza, confesor de la reina Isabel la católica, escribió un Catechismus pro iudeorumconversione, bilingüe, publicado en Sevilla. • En 1528, A. Althamer editó en Nuremberg un Katechismus in FragundAntwort, catecismo de preguntas y respuestas. • Por necesidades pastorales se publicaron dos modalidades de catecismos: unos extensos, destinados a párrocos, sacerdotes y personas cultas; otros concisos, casi esquemáticos, adecuados al pueblo llano y particularmente a los niños, a modo de cartilla para su memorización. En ambas versiones dominaba el talante práctico. 13 índice

  14. 3) El catecismo-libro doctrinal: de Lutero al Astete y Ripalda • El catecismo de Lutero Lutero, inspirándose probablemente en la obrita de A. Althamer, publicó su célebre Katechismus en dos ediciones o modalidades (1529). Se había dado como un instrumento educativo eficaz de largo alcance para el crecimiento en la fe del pueblo cristiano. Por eso Lutero es considerado como el padre de los catecismos modernos y el iniciador de la enseñanza religiosa popular. Contribuyó a su éxito la gran calidad de lenguaje alemán y el progreso de la difusión escrita por medio de la imprenta. 14 índice

  15. 3) El catecismo-libro doctrinal: de Lutero al Astete y Ripalda • Los catecismos católicos de los siglos XVI y XVII • Catecismo Romano: En 1566, tres años después de clausurado Trento, se publicó el catecismo pedido por el Concilio y llamado Catecismo romano o de san Pío V o Catechismus ad parrochos. • En su momento fue una obra maestra por su contenido y por su didáctica, por haber seleccionado como otros lo habían hecho y por haber ordenado sabiamente como nadie las había ordenado las fórmulas o estructuras catequísticas más importantes: el símbolo, los sacramentos, los mandamientos y la oración dominical. 15 índice

  16. 3) El catecismo-libro doctrinal: de Lutero al Astete y Ripalda • Los catecismos católicos de los siglos XVI y XVII • En la época postridentina los teólogos y pastores católicos daban por supuesta la fe (fundamento y raíz para la justificación) en los fieles, por eso dejaron de insistir en la educación de esa virtud y pusieron, en cambio, el acento en transmitir las verdades de la fe íntegramente profesadas. Todo ello fue debido a la reacción contra la Reforma. • El mensaje de la fe prevaleció, entonces, sobre la opinión personal de fe, apoyada en la ayuda gratuita de Dios. Así, la doctrina cristiana se presentaba al creyente bajo el aspecto de deber, mientras que la iniciativa divina quedaba bastante desvirtuada por un peligroso antropocentrismo. 16 índice

  17. 3) El catecismo-libro doctrinal: de Lutero al Astete y Ripalda • Los catecismos católicos de los siglos XVI y XVII • El portavoz más notable de esta teología y de la catequesis controversista fue nada menos que el cardenal san Roberto Belarmino. Publicó sus catecismos en 1597 y 1598. • Estos catecismos, tras la recomendación de los papas, fueron acogidos como oficiales en toda Italia y en no pocos países, hasta la publicación del Catecismo de san Pío X, en 1905. 17 índice

  18. 3) El catecismo-libro doctrinal: de Luerto al Astete y Ripalda • Los catecismos católicos de los siglos XVI y XVII • Gaspar Astete y Jerónimo de Ripalda: Escribieron sus respectivos catecismos el 1576 y 1586 respectivamente. • Ambos se adelantaron a san Roberto Belarmino en la objetivación de la fe sobre la valoración del acto de fe, y en la estructura antropocéntrica. • Menos polemista el catecismo de Astete y más antiprotestante el de Ripalda, ninguno de los dos se inspira en el Catecismo romano, ni en lo que respecta a la ordenación doctrinal ni tampoco en su impregnación bíblica. 18 • Ambos han sido los más utilizados en las diócesis de España y en las de origen hispánico hasta la década de 1960. índice

  19. 4) Necesidad de un nuevo catecismo universal Tantos catecismos breves y tan diferentes métodos de transmitir lo esencial de la fe, hizo nacer el deseo de un catecismo único para toda la Iglesia. La idea se propuso en el concilio Vaticano I(1869). Los padres conciliares querían una norma común para la enseñanza inicial de la fe. El catecismo quedó redactado y aprobado. Tras incorporar varias enmiendas, se leyó en el aula conciliar, pero no fue votado de manera definitiva por el aplazamiento indefinido del Concilio. 19 índice

  20. 4) Necesidad de un nuevo catecismo universal La cuestión volvió a surgir en el Vaticano II Pero, ante las condiciones tan diferentes de cada país, se adoptó la idea de elaborar un Directorio catequético para orientar la confección de los catecismos locales, bajo la autoridad de las conferencias episcopales. Esta recomendación quedó incorporada en el decreto sobre los obispos ChristusDominus(n 44). 20 índice

  21. 4) Necesidad de un nuevo catecismo universal Antes de publicarse el Directorio general de pastoral catequética (Directoriumcatechisticumgenerale[1971]), reverdeció el tema del catecismo universal en la sesión del sínodo de obispos de 1967. Algunos obispos pidieron que apareciera algún documento magisterial o regla de fe con las verdades fundamentales, frente a los errores u opiniones peligrosas, o una versión actualizada del catecismo de Trento o, mejor, un catecismo del Vaticano II. Pero el sínodo (1967) no dejó constancia de esta cuestión. 21 índice

  22. 4) Necesidad de un nuevo catecismo universal Entre los años 1965 y 1992, sólo en Europa, aparecieron diferentes catecismos oficiales tan renovadores como variados: El catecismo holandés: Nuevo catecismo de adultos, con el suplemento de Roma (1966). El catecismo del episcopado alemán: Nuevo catecismo católico: Creer-Vivir-Obrar (10-14 años, 1971); y el Catecismo católico para adultos. La fe de la Iglesia (1988). El catecismo del episcopado español: Con vosotros está (12-15 años, 1976); Ésta es nuestra fe. Ésta es la fe de la Iglesia (adultos relacionados con niños de 9-11 años, 1986). El catecismo del episcopado italiano: No sólo de pan (Jóvenes, 1979). El catecismo del episcopado francés: Piedras vivas (9-11 años, 1980); y el Catecismo para adultos (1993). El catecismo de la conferencia episcopal belga: Libro de la fe (1987). 22 índice

  23. 4) Necesidad de un nuevo catecismo universal Estos catecismos oficiales respondían a la finalidad de proporcionar un aprendizaje práctico de los documentos de la revelación y de la tradición cristiana y los principales elementos que debían servir para la actividad catequística, parala educación personal de la fe. Ponían al alcance de la mano las principales fuentes de fe en relación con la edad determinada, a la que se dirigen. 23 índice

  24. 5) El Sínodo extraordinario de los Obispos de 1985 • Fue el sínodo episcopal extraordinario de 1985, convocado para evaluar los veinte años del posconcilio, el que, en su Relación final, recuperó el tema del catecismo universal. 24 índice

  25. 5) El Sínodo extraordinario de los Obispos de 1985 ¿Por qué pidió el Sínodo lo que el Concilio había obviado? En la época del Concilio no se sentía la necesidad de un instrumento como un catecismo universal. Es más, no se veía siquiera conveniente, pues de lo que se trataba no era tanto de definir y consolidar la fe cuanto de buscar fórmulas nuevas para su proposición al mundo, en diálogo abierto con la cultura contemporánea. En la época posconciliar, sin embargo, se fue viendo la necesidad de hacer una síntesis que pusiera al alcance de diversos círculos de personas una comprensión del conjunto de la fe cristiana en el contexto de la cultura actual. Había llegado el tiempo de la sedimentación y de la recolección de todo lo sembrado y puesto en movimiento desde la celebración del concilio Vaticano II. 25 índice

  26. 5) El Sínodo extraordinario de los Obispos de 1985 El sínodo extraordinario de 1985 hizo, además, balance de los veinte años transcurridos desde la clausura del Concilio. La relación final hablaba, entre otras cosas, de los frutos muy grandes y también de los defectos y dificultades. El defecto más importante de los señalados fue la desafección a la Iglesia. La causa fundamental de esta situación, localizable en el interior de la Iglesia (además del secularismo, procedente más bien del exterior) la vio el Sínodo en la lectura parcial y selectiva del Concilio y en la interpretación superficial de su doctrina en uno u otro sentido. Especialmente se destacaba la deficiente recepción de la constitución Dei Verbum que condujo a una interpretación de la Sagrada Escritura «separada de la tradición viva de la Iglesia» y de «la interpretación auténtica del Magisterio» (II, B, 1). 26 índice

  27. 5) El Sínodo extraordinario de los Obispos de 1985 Se hizo también el siguiente diagnóstico sobre la evangelización y la catequesis: «Por todas partes en el mundo, la transmisión de la fe y de los valores morales que proceden del evangelio a la generación próxima (a los jóvenes) está hoy en peligro. El conocimiento de la fe y el reconocimiento del orden moral se reducen frecuentemente a un mínimo. Se requiere, por tanto, un nuevo esfuerzo en la evangelización y en la catequesis integral y sistemática» (II, B, 2). 27 índice

  28. 5) El Sínodo extraordinario de los Obispos de 1985 Con el fin de salir al paso de esta situación, el Sínodo hizo en este mismo epígrafe la famosa sugerencia que iba a acabar siendo llevada a la práctica siete años después con el Catecismo: • «De modo muy común se desea que se escriba un catecismo o compendio de toda la doctrina católica, tanto sobre la fe como sobre la moral, que sea como el punto de referencia para los catecismos y compendios que se redacten en las diversas regiones. La presentación de la doctrina debe ser tal que sea bíblica y litúrgica, que ofrezca la doctrina sana y sea, a la vez, acomodada a la vida actual de los cristianos» (II, B, 4). 28 índice

  29. 6) Historia de la redacción Al terminar el sínodo extraordinario de 1985 Juan Pablo II nombraba una comisión pontificia encargada de presidir la elaboración de dicho libro. Los miembros de la comisión eran doce: cinco cardenales de la curia romana y seis arzobispos y un obispo de todas las partes del mundo. Al cardenal J. Ratzinger, prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, el Papa le encargó la presidencia de la comisión. El 15 de noviembre de 1986 comenzaron los trabajos. Se creó asimismo un secretariado, un comité de redacción y un colegio de consultores. 29 índice

  30. 6) Historia de la redacción • Fase inicial (de enero de 1987 a noviembre de 1989). Se consigue un texto que parece suficientemente maduro como para ser sometido a consulta de todos los obispos del mundo, el llamado Proyecto revisado. • El texto fue presentado tres veces a la comisión pontificia (mayo de 1987; mayo 1988 y febrero de 1989). • A los cuarenta teólogos consultores se les envió después de la revisión de mayo de 1988. • En este tiempo se tomaron dos decisiones importantes: la división cuatripartita del conjunto: credo, sacramentos, preceptos y, además, un epílogo sobre el padrenuestro, no previsto en las líneas básicas dadas en noviembre de 1986 por la comisión pontificia, y la opción por el credo de los apóstoles como base de la primera parte. 30 índice

  31. 6) Historia de la redacción • Fase central (de noviembre de 1989 a noviembre de 1990): se consultó al episcopado mundial y, sobre la base de las observaciones recibidas, la comisión dio las últimas orientaciones para el trabajo. • Del Proyecto revisado se imprimieron unos cinco mil ejemplares, en francés, inglés, español y alemán y se enviaron, a primeros de diciembre de 1989, a todos los obispos. • Las respuestas recibidas fueron elaboradas por el secretariado y estudiadas luego por el comité de redacción en la reunión celebrada en Frascati del 1 al 14 de julio de 1990. 31 índice

  32. 6) Historia de la redacción Fase central (de noviembre de 1989 a noviembre de 1990): En el sínodo de los obispos de octubre de 1990, el cardenal Ratzinger dio cuenta de los resultados de la consulta: desde el punto de vista cuantitativo, el conjunto de las respuestas (obispos particulares, 798; grupos, 25=1092 obispos; Conferencias episcopales, 28) representaba alrededor de un tercio del episcopado y globalmente las grandes áreas geográficas. Cualitativamente el juicio global expresado en esas respuestas se distribuyó como sigue: el 18,2% estimaban el Proyecto revisado como «muy bueno»; el 54,7% lo consideraban «bueno»; el 18,2% lo veían «satisfactorio con reservas»; el 5,8% lo juzgaba de manera «algo negativa» y el 2,7% lo descartaba como «inaceptable». 32 índice

  33. 6) Historia de la redacción • Fase final (de noviembre de 1990 a febrero de 1992): • sobre la base de las anteriores indicaciones de la comisión, se fue perfilando el texto en cuatro borradores sucesivos a lo largo del año de 1991: marzo, mayo, agosto y diciembre. • La comisión lo evaluó en octubre de 1991 y, por fin, el 14 de febrero de 1992, aprobó por unanimidad el Proyecto definitivo, que fue sometido al juicio del Papa. • Juan Pablo II hizo algunas observaciones, incorporadas en la décima redacción del Catecismo, que fue puesto de nuevo en manos del Santo Padre el 30 de abril de 1992, fiesta de san Pío V, el papa del Catecismo romano. • El 25 de junio de 1992 tuvo lugar la aprobación oficial pontificia del Catecismo. 33 índice

  34. 7) Autor y autoridad del Catecismo de la Iglesia Católica • El Catecismo de la Iglesia Católica no es más que un catecismo, pero no es un catecismo más. • Cada punto de la doctrina que propone, no tiene otra autoridad sino la que ya posee. • El Catecismo no es una especie de nuevo super-dogma. • Es un libro que tiene sus fuentes: la Sagrada Escritura, el magisterio de la Iglesia, la liturgia, los santos. De estas fuentes dimana el diverso grado de autoridad doctrinal de cada una de las proposiciones del Catecismo, que doctrinalmente no añade nada a dicha autoridad originaria. 34 índice

  35. 7) Autor y autoridad del Catecismo de la Iglesia Católica • El Catecismo de la Iglesia Católica no es un catecismo más. • No es el catecismo de un determinado autor privado, ni siquiera el de un autor o autores que hubieran obtenido un especial refrendo de alguna autoridad eclesiástica, como un obispo, o un sínodo diocesano, etc. • Es un catecismo de autoridad casi única, sólo comparable a la del Catecismo romano, porque ha sido publicado en virtud de la autoridad apostólica del mismo Papa, quien lo reconoce y presenta a toda la Iglesia como «un instrumento válido y autorizado al servicio de la comunión eclesial» y como «texto de referencia seguro y auténtico para la enseñanza de la doctrina católica». 35 índice

  36. 7) Autor y autoridad del Catecismo de la Iglesia Católica • A diferencia del otro catecismo publicado por un papa, el Catecismo romano, el Catecismo de la Iglesia Católica, por razón de su autor, no es romano; su autor es el episcopado mundial, en varios sentidos: porque la idea de su publicación partió del sínodo extraordinario de los obispos de 1985; porque la responsabilidad de su elaboración fue llevada por una comisión de doce prelados de todo el mundo; porque la materialidad de su redacción estuvo a cargo de los siete obispos miembros del comité de redacción, que la llevaron a cabo en sus respectivas sedes residenciales; porque cada uno de los obispos del orbe fue consultado y la voz de una tercera parte de ellos se dejó oír. Jurídicamente el Catecismo de la Iglesia Católica es una obra pontificia; materialmente es una obra del colegio de los obispos con su cabeza. 36 índice

  37. 8) Los destinatarios • Está destinado a los responsables de la tarea catequética. • Los obispos. Este instrumento tiene para ellos la finalidad de ayudarles, en general, a «reforzar los vínculos de unidad en la misma fe» en su servicio a la Palabra «y muy particularmente para la composición de los catecismos locales». • Presbíteros, catequistas, familias y teólogos. • Cuantos no creen pueden encontrar en el Catecismo una valiosa ilustración de lo que la Iglesia católica cree y procura vivir. 37 índice

  38. 9) Objetivos del catecismo 1. Ofrecer a todos una síntesis armónica de la fe católica en su conjunto. En este sentido su utilidad es amplísima: desde instrumento para la formación permanente de sacerdotes, catequistas, etc., hasta libro de consulta esporádica para la familia o el interesado por las cuestiones de la Iglesia, sin excluir su utilización para la oración personal o para la predicación. Es un libro profundamente religioso y mistagógico: está orientado a introducción en el misterio de Dios y de la vida humana en su profundidad divina. Ha de ser visto y utilizado en el marco de la economía divina de la salvación, porque es un instrumento que, por la iniciativa y con el refrendo de la autoridad apostólica, la Iglesia se ha dado hoy a sí misma para llevar adelante su misión. 38 índice

  39. 9) Objetivos del catecismo 2. Promocionar el género catecismo. Dentro de la misión de enseñar, los obispos han de prestar una especial atención a la catequesis. A cada obispo diocesano le corresponde dictar normas sobre la catequesis y procurar que se disponga de instrumentos adecuados para la misma, incluso elaborando un catecismo, si les parece oportuno; así como fomentar y coordinar las iniciativas catequéticas. Pues, bien, el Catecismo de la Iglesia Católica debe ser acogido como punto de referencia obligado para los catecismos locales y para los demás materiales didácticos al servicio de la transmisión de la fe, que en las diferentes regiones del mundo se puedan elaborar. 39 índice

  40. 8) Objetivos del Catecismo • 3. Servir de instrumento auténtico de la comunión en la diversidad. • El Catecismo de la Iglesia Católica (CCE) surgió de la necesidad sentida por muchos obispos de: • Hacer una síntesis que pusiera al alcance de diversos círculos de personas una comprensión completa del conjunto de la fe cristiana en el contexto de la cultura actual. • Poder expresar la maravillosa sinfonía de la fe católica, sus fundamentos y su universalidad en un cierto lenguaje común, de modo que cualquier persona pueda tener fácilmente al alcance de la mano la fe y la moral que nos identifica a los que creemos en Cristo y formamos parte de su Iglesia. 40 índice

  41. 9) Objetivos del catecismo 3. Servir de instrumento auténtico de la comunión en la diversidad. Por todo ello, a la hora de elaborar este Catecismo se ha puesto el acento especialmente en la exposición doctrinal, aunque se han tenido también muy en cuenta otros lenguajes propios de la transmisión de la fe: el lenguaje bíblico, los textos de los santos padres, las fuentes litúrgicas, lo más granado y universal de la tradición espiritual de la Iglesia, tanto de Oriente como de Occidente. 41 índice

  42. 9) Objetivos del catecismo 3. Servir de instrumento auténtico de la comunión en la diversidad. De cualquier modo hay que advertir que el Catecismo no es un tratado teológico, ni tampoco una especie de Suma, como lo fue, por ejemplo, la de santo Tomás de Aquino. Su interés es más básico. Pretende ser una ayuda que permita a los miembros del pueblo de Dios profundizar en el conocimiento de la fe. Está más orientado a hacer madurar la fe y a enraizar la fe en la vida, que a ser un manual al uso de cualquiera de los tratados, o de alguno de los tratados teológicos más importantes. 42 • «Si la fe no se concreta en obras, permanece muerta [cfr, Sant 2,14-26]» (Fideidepositum, 3). índice

  43. 9) Objetivos del catecismo 3. Servir de instrumento auténtico de la comunión en la diversidad. Por último, con el Catecismo en la mano, el sucesor de Pedro puede: prestar mejor su servicio a favor de la comunión en la Iglesia católica contribuir más eficazmente al sostenimiento y la confirmación en la fe de todos aquellos que el Señor le encomendó a su cuidado pastoral. 43 índice

  44. 9) Objetivos del catecismo 4. Asegurar la necesaria inculturación de la fe. Con este instrumento se pretende asegurar que la necesaria inculturación de la fe, no se haga en detrimento de la fidelidad al dato revelado y al conjunto de las verdades que constituyen y forman parte del depósito de la Tradición. La buena utilización del Catecismo garantizará: la necesaria unidad en lo fundamental de la fe de la Iglesia, al tiempo que permitirá que el evangelizador se adapte a las peculiares condiciones de los destinatarios: edad, cultura, formación, capacidades, etc. 44 índice

  45. 10) El Catecismo debe ser entendido en su totalidad Del texto: No resultará buena una lectura del Catecismo de la Iglesia Católica, ni una catequesis hecha con su ayuda, si la atención se centra unilateralmente en un capítulo o una parte del mismo. Se trata, como hemos puesto de relieve, de un libro que presenta la doctrina cristiana como un organismo vivo. La organicidad del texto catequético es —nos atrevemos a decir— su valor fundamental. Cuando es troceado, es despojado de su valor más original. El Catecismo no es un prontuario de soluciones a problemas morales. Si fuera leído como tal, separando su parte tercera de las demás, no podría ser bien entendido el conjunto de la vida cristiana y se correría el riesgo de caer en un moralismo de uno u otro signo. 45 índice

  46. 10) El Catecismo debe ser entendido en su totalidad Del texto: Una concentración excesiva en la primera parte, por el contrario, conduciría a un doctrinarismo contrario al espíritu cristiano y al del Catecismo de la Iglesia Católica. El propio Catecismo remite continuamente al todo, al conjunto, no sólo por medio de las referencias marginales sino desde su mismo contenido y redacción. 46 índice

  47. 10) El Catecismo debe ser entendido en su totalidad Del contexto: Un momento de especial dificultad para la transmisión de la fe a las generaciones nuevas que reclama de los responsables de la catequesis no sólo una metodología pedagógica adecuada, sino, ante todo, la familiaridad viva con el contenido de la fe. El Catecismo es un gran instrumento para conseguir esa familiaridad, esa es su razón de ser. En el contexto de la vida de la Iglesia, que es el lugar propio de la catequesis. Es evidente que el testimonio oral de la fe, su celebración litúrgica y su alimentación sacramental, la vida en Cristo de la comunidad y, en especial, de los catequistas, todo ello constituye el ámbito vivo de la catequesis en el que el libro tiene su lugar propio. 47 índice

  48. 11) Características y líneas de fondo más destacadas La impostación del Catecismo es fundamentalmente trinitaria. Se parte de que el misterio de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es la fuente de todos los demás misterios de la fe y, además, es la luz que los ilumina. La creación, el hombre, la Iglesia, la liturgia y la vida espiritual de los creyentes se entienden desde la luz que proyecta el misterio del ser de Dios: Padre, Hijo y Espíritu, la comunión entre las personas divinas y lo que cada una de ellas realiza de forma propia. 48 índice

  49. 11) Características y líneas de fondo más destacadas La articulación es, además de trinitaria, eminentemente cristocéntrica. Cristo es quien nos revela el misterio de Dios. Cristo es quien da sentido y sustenta la creación entera, lo visible y lo invisible. Cristo es la revelación plena del hombre y de su destino. Cristo, y el misterio pascual, es el centro de la liturgia de la Iglesia. La unión con Cristo es lo que da sentido a la vida espiritual del cristiano. 49 índice

  50. 11) Características y líneas de fondo más destacadas También la dimensión pneumatológica atraviesa de parte a parte el Catecismo. Porque no se puede decir «creo» si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Porque es el Espíritu quien hace eficaces cada una de las acciones sacramentales de la Iglesia. Porque no hay vida cristiana si no está animada por el Espíritu Santo. Porque la oración y el progreso en la vida espiritual sólo son posibles si hay docilidad al Espíritu Santo. 50 índice

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