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Orar es…

Orar es…. Jean Lafrance. A menudo piensas que orar es desarrollar ante Dios bellas consideraciones intelectuales. Desengáñate, Dios no tiene ninguna necesidad de tus ideas, las tiene infinitamente más bellas que tú.

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Presentation Transcript


  1. Orar es… Jean Lafrance

  2. A menudo piensas que orar es desarrollar ante Dios bellas consideraciones intelectuales. Desengáñate, Dios no tiene ninguna necesidad de tus ideas, las tiene infinitamente más bellas que tú.

  3. Aprende a mantenerte ahí enfrente del Padre en el silencio de todo tu ser y sobre todo con conciencia plena de su amor. Para qué hablar para decirle lo que sabe y ve mucho mejor que tú.

  4. Cuando vienes junto a Jesús, no trates de dar a tu presencia ningún contenido de pensamiento, de sentimiento o de voluntad, sino estáte allí sencillamente, presente al eterno presente. Déjale que te mire y te ame, no escapes a su mirada y consiente en dejarte abrazar por Él.

  5. En cuanto surge en nosotros una amargura o un sentimiento de venganza o de envidia o cualquier agresividad, hay que ponerse de rodillas y suplicar a Dios que nos lo cambie en dulzura

  6. En la oración, que la intrepidez se adueñe de ti como de la viuda ante el juez. Vete a encontrar a Dios en plena noche, llama a la puerta, grita, suplica a intercede. Y si la puerta parece cerrada, vuelve a la carga, pide, pide hasta romperle los oídos

  7. Entre la miseria y la misericordia, está el grito de la oración

  8. ¿Has oído gemir a un enfermo presa de un intenso sufrimiento? Nadie puede permanecer insensible a esta queja a menos que tenga un corazón de piedra. En la oración, Dios espera que metas ese bemol de violencia, de vehemencia y de imploración para volcarse sobre ti y escuchar tu imploración

  9. Los hombres que oran son los pulmones de la humanidad.

  10. La oración no se aprende más que en la oración

  11. Reconocerás la verdad de tu oración en la humildad de toda tu vida y en la solidaridad por servir a tus hermanos e interceder por ellos

  12. Si quieres orar, empieza por estar atento a tus hermanos. Sé acogedor y silencioso ante ellos, escúchales en profundidad, discerniendo, más allá de sus palabras, el sufrimiento o la alegría que no llegan a expresar. Deja que todo esto penetre tu corazón, desaparece ante el otro; esto es perder la vida por los hermanos. www.monasterioescalonias.org

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