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TIEMPOS Y CICLOS, 1

L 73 de 92. TIEMPOS Y CICLOS, 1. “A partir del Triduo pascual , como su fuente de luz, el tiempo nuevo de la Resurrección llena todo el año litúrgico con su resplandor” ( CCE 1168 ). En este sentido, el ciclo anual puede ser considerado como un despliegue de los distintos aspectos del

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TIEMPOS Y CICLOS, 1

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  1. L 73 de 92 TIEMPOS Y CICLOS, 1 “A partir del Triduo pascual, como su fuente de luz, el tiempo nuevo de la Resurrección llena todo el año litúrgico con su resplandor” (CCE 1168). En este sentido, el ciclo anual puede ser considerado como un despliegue de los distintos aspectos del misterio pascual. “El día del Señor –como ha sido llamado el domingo desde los tiem- pos apostólicos- ha tenido siempre, en la historia de la Iglesia, una consideración privilegiada por su estrecha relación con el núcleo mismo del misterio cristiano. En efecto, el domingo recuerda, en la sucesión semanal del tiempo, el día de la Resurrección de Cristo. Es la Pascua de la semana” (Dies Domini 1). Por esto el domingo es “el día por excelencia de la asamblea litúrgica” (CCE 1177).

  2. L 74 de 92 TIEMPOS Y CICLOS, 2 Según el NT y los Padres, en las incipientes comunidades cristianas, el domingo es el día en el que se reúne la asamblea para escuchar la Palabra de Dios, celebrar la Eucaristía y los sacramentos de la ini- ciación cristiana; conmemora el primer día de la creación y el pri- mer día de la nueva creación: la Resurrección y también Pentecostés. Antes de la paz de Constantino, el domingo era día laborable. El año 321, Constantino prohibió todos los trabajos no agrícolas en el “día venerable del sol”. Edad Media: la conmemoración de los santos desplazó progresiva- mente a la celebración dominical. Empeora en la Ilustración (ata- ques del agnosticismo y del deísmo). Revolución francesa: nuevo calendario que divide el mes en decenas. Suplanta el domingo por el descanso del “día décimo”.

  3. L 75 de 92 TIEMPOS Y CICLOS, 3 Ante la amenaza de la creciente secularización, San Pío X afrontó la renovación del domingo, reformando el calendario litúrgico y recuperando el sentido original del día del Señor. Vaticano II presenta una síntesis de la doctri- na neotestamentaria, patrística y teológico- litúrgica de la celebración dominical: a) origen apostólico; b) elementos constitutivos: reu- nión de la comunidad, escucha de la Palabra de Dios y celebración de la Eucaristía como actualización del misterio pascual; c) conse- cuencias, tanto para el día en sí (día principal de la semana y núcleo del año litúrgico), como para la comunidad cristiana (día de alegría y descanso, y de viva esperanza).

  4. L 76 de 92 TIEMPOS Y CICLOS, 4 Cuando la Iglesia comenzó a celebrar anual- mente el misterio pascual de Cristo, en el s. II, advirtió la necesidad de una preparación adecuada, por medio de la oración y el ayuno. Surgió el ayuno del viernes y sábado previos al Domingo de Pascua. S. IV: estructura orgá- nica del tiempo cuaresmal. En su formación influyeron las exigencias del catecumenado y de la penitencia canónica: el periodo de preparación para recibir los sacramentos de la iniciación o de la reconciliación se prolongaba durante seis semanas. Ese tiempo recibió el nombre de quadragesi- ma o Cuaresma. Vaticano II señala la doble dimensión de la cuares- ma: bautismal y penitencial. Preparación para la Pascua.

  5. L 77 de 92 TIEMPOS Y CICLOS, 5 Al origen de la Semana Santa se encuentra el influjo de la liturgia de Jerusalén, primera en vivir cronológicamente los acontecimientos que precedieron de modo inmediato a la pasión de Cristo. Inicia con el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor: encuentro de dos celebraciones distintas: una romana (la pa- sión), otra jerosolimitana (entrada triunfal). Concluye la mañana del Jueves Santo con la misa crismal, que el obispo concelebra con su presbiterio. Durante la celebración se bendicen los santos óleos y se consagra el crisma.

  6. L 78 de 92 TIEMPOS Y CICLOS, 6 El Triduo pascual constituye la fuente y la cima del entero año litúrgico, al celebrar la redención de los hombres y la perfecta glorificación del Padre cumplida por Cristo en su misterio pascual. Comienza con la misa in Cena Domini que conmemora un triple misterio: la institución de la Eucaristía, la del sacerdocio y el amor infinito de Cristo expresado en el manda- miento de la caridad fraterna. Terminada la celebración, la Eucaristía es llevada de modo so- lemne hacia el lugar de la reserva, para que los fieles puedan adorar al Señor, verdadera, real y sustancialmente presente en el sacramento.

  7. L 79 de 92 TIEMPOS Y CICLOS, 7 Viernes Santo: conmemora la pasión y muerte del Señor. El oficio romano actual sigue la estructura de la antigua liturgia romana: li- turgia de la palabra (dos lecturas y la pasión según San Juan) y oración universal; adora- ción de la Cruz; y comunión con la Eucaristía consagrada la tarde anterior. Sábado Santo, denominado gran sábado por los cristianos de Oriente, honra el descanso de Cristo en el sepulcro, su descen- so a los infiernos y su encuentro con cuantos esperaban la aper- tura de los cielos. El cristiano, unido a los dolores de María, sabe que el silencio de Dios en la historia es sólo aparente y se llena de esperanza para la vida futura.

  8. L 80 de 92 TIEMPOS Y CICLOS, 8 Vigilia Pascual: noche santa de la Resurrección del Señor, “madre de todas las vigilias” (San Agustín). Culmina el Triduo sacro y da inicio al tiempo pascual. Estructura litúrgica de la Vigilia pascual: - Liturgia de la luz: bendición del fuego, bendición y encendido del cirio, procesión con el cirio y pregón pascual. - Liturgia de la Palabra: 9 lecturas (7 AT), Evange- lio (acontecimientos mañana del Domingo de Pascua). - Liturgia bautismal: letanías, bendición del agua, bautismo (en su caso) y renovación de las promesas bautismales. - Liturgia eucarística.

  9. L 81 de 92 TIEMPOS Y CICLOS, 9 El tiempo pascual está constituido por los cincuenta días que transcurren entre el domingo de Resurrección y el domingo de Pentecostés y constituye un solo y único día festivo: el gran domingo. La primera semana forma la octava de pascua, que se celebra como una única solemnidad del Señor. Surgió en el s. IV con el fin de asegurar a los neófitos la catequesis acerca de los divinos misterios de los sacramentos de iniciación, recibidos en la vigilia pascual. La celebración de Pentecostés surgió a fina- les del siglo III por influjo de la fiesta ho- mónima del culto de Israel.

  10. L 82 de 92 TIEMPOS Y CICLOS, 10 CCE 522: “La venida del Hijo de Dios a la tierra es un aconteci- miento tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos”. CCE 524: “Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renue- van el ardiente deseo de su segunda venida”. El tiempo de Navidad conmemora la Encarnación del Hijo de Dios: su na- cimiento y sus primeras manifestacio- nes a los hombres. Comprende el con- junto de celebraciones litúrgicas cen- tradas en torno a las fiestas de Navi- dad y de Epifanía.

  11. L 83 de 92 TIEMPOS Y CICLOS, 11 Primera referencia de la celebración del nacimien- to de Cristo: s. IV. Pudo surgir como cristianiza- ción de una superstición pagana (fiesta del solsti- cio de invierno) o de su dependencia de una tra- dición cristiana previa (anunciación 25 de marzo). La liturgia de este tiempo de Navidad subraya los siguientes aspectos: a) el misterio de Dios hecho hombre; b) la gloria de Dios que se abaja en la hu- mildad de la carne; c) el admirable comercio de Dios con el hombre (incorporación de los hombres a Dios); d) la regeneración del hombre (el naci- miento del Dios hecho hombre permite a los hom- bres ser engendrados a la vida de la gracia y con- vertidos en hijos de Dios).

  12. L 84 de 92 TIEMPOS Y CICLOS, 12 El tiempo ordinario comprende las semanas del año litúrgico que no conmemoran ningún aspecto particular del misterio de Cristo. Varias fiestas del Señor en este tiempo: Transfiguración y Exaltación de la santa cruz para todas las familias litúrgicas; propias de la tradición romana: Dedicación de la basílica de Letrán, Santísima Trinidad, Corpus Christi, Sagrado Corazón, Cristo Rey, Presentación y Anunciación. El tiempo ordinario celebra la vida cotidiana como medio de santificación: vida familiar, relaciones sociales, trabajo.

  13. L 85 de 92 TIEMPOS Y CICLOS, 13 “Al celebrar el tránsito de los santos de este mundo al cielo, la Iglesia proclama el misterio pascual cumplido en ellos, que sufrieron y fueron glorificados con Cristo, propone a los fieles sus ejemplos, los cuales atraen a todos por Cristo al Padre y por los méritos de los mismos implora los beneficios divinos” (Sacrosanctum Concilium 104). “En la celebración de este círculo anual de los misterios de Cristo, la santa Iglesia venera con amor especial a la bienaventurada Madre de Dios, la Virgen María, unida con lazo indisoluble a la obra salvífica de su Hijo; en Ella, la Iglesia admira y ensalza el fruto más esplén- dido de la redención y la contempla gozosamente, como una purísi- ma imagen de lo que ella misma, toda entera, ansía y espera ser” (Idem 103).

  14. L 86 de 92 TIEMPOS Y CICLOS, 14 Casi todas la fiestas de María tuvieron su origen en Oriente. Antes de la proclamación dogmática de Éfeso (431), el 15 de agosto se celebraba en Jerusalén la “memoria de Santa María”. Poco a poco se convirtió en la celebración de la dormitio. S. VI: natividad de María el 8 de septiembre y presentación de María en el templo. También fiestas que celebran juntos a Cristo y a María: presentación de Jesús en el Templo y anunciación del Se- ñor. Todas admitidas por Roma a partir de mediados del siglo VIII. S. VIII, en Oriente, fiesta de la concepción de la Virgen. En la Iglesia romana fiesta particular en 1708. En 1854: Dogma de la Inmaculada concepción. S. XX: incorpora- ción de nuevas festividades marianas como memorias.

  15. L 87 de 92 TIEMPOS Y CICLOS, 15 Primeras noticias del culto a los mártires: marti- rio de San Policarpo en 156 en Oriente, y carta de San Cipriano, obispo de Cartago (210-258), en Occidente. Poco a poco el culto se extendió a los confesores (no directamente ejecutados, sino que confesaron la fe hasta la muerte, bien en la cárcel, bien en el exilio o a consecuencia de la condena). Terminada la época de las persecuciones, se equiparará con los már- tires y confesores a los cristianos virtuosos que durante su vida combatieron victoriosamente contra el misterio de la iniquidad: grandes obispos, vírgenes, ascetas...

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