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Realismo y Novelas de Benito Pérez Galdós

Fragmento de "Fortunata y Jacinta" que refleja la visión realista de Pérez Galdós en sus obras del siglo XIX, destacando la complejidad de sus personajes y su crítica social en el entorno madrileño. Se destaca la evolución de su estilo literario a lo largo de su carrera, desde el realismo hasta elementos fantásticos y espiritualistas.

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Realismo y Novelas de Benito Pérez Galdós

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Presentation Transcript


  1. هرضاحملا 7 Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós (Fragmento)

  2. • Se consideraba Fortunata en aquel caso como ciego mecanismo que recibe impulso de sobrenatural mano. Lo que había hecho, hacíalo, a juicio suyo, por disposición de las misteriosas energías que ordenan las cosas más grandes del universo, la salida del Sol y la caída de los cuerpos graves. Y ni podía dejar de hacerlo, ni discutía lo inevitable, ni intentaba atenuar su responsabilidad, porque esta no la veía muy clara, y aunque la viese, era persona tan firme en su dirección, que no se detenía ante ninguna consecuencia, y se conformaba, tal era su idea, con ir al infierno. • «Esto de alquilar la casa próxima a la tuya—dijo Santa Cruz—, es una calaverada que no puede disculparse sino por la demencia en que yo estaba, niña mía, y por mi furor de verte y hablarte. Cuando supe que habías venido a Madrid, ¡me entró un delirio...! Yo tenía contigo una deuda del corazón, y el cariño que te debía me pesaba en la conciencia. Me volví loco, te busqué como se busca lo que más queremos en el mundo. No te encontré; a la vuelta de una esquina me acechaba una pulmonía para darme el estacazo... caí». • — ¡Pobrecito mío!... Lo supe, sí. También supe que me buscaste. ¡Dios te lo pague! Si lo hubiera sabido antes, me habrías encontrado. • Esparció sus miradas por la sala; pero la relativa elegancia con que estaba puesta no la afectó. En miserable bodegón, en un sótano lleno de telarañas, en cualquier lugar subterráneo y fétido habría estado contenta con tal de tener al lado a quien entonces tenía. No se hartaba de mirarle.

  3. « ¡Qué guapo estás!». — ¿Pues y tú? ¡Estás preciosísima!... Estás ahora mucho mejor que antes. — ¡Ah!, no—repuso ella con cierta coquetería—. ¿Lo dices porque me he civilizado algo? ¡Quizá!, no lo creas: yo no me civilizo, ni quiero; soy siempre pueblo; quiero ser como antes, como cuando tú me echaste el lazo y me cogiste. — ¡Pueblo!, eso es—observó Juan con un poquito de pedantería—; en otros términos: lo esencial de la humanidad, la materia prima, porque cuando la civilización deja perder los grandes sentimientos, las ideas matrices, hay que ir a buscarlos al bloque, a la cantera del pueblo. Fortunata no entendía bien los conceptos; pero alguna idea vaga tenía de aquello. «Me parece mentira—dijo él—, que te tengo aquí, cogida otra vez con lazo, fierecita mía, y que puedo pedirte perdón por todo el mal que te he hecho...». —Quita allá... ¡perdón!—exclamó la joven anegándose en su propia generosidad—. Si me quieres, ¿qué importa lo pasado? En el mismo instante alzó la frente, y con satánica convicción, que tenía cierta hermosura por ser convicción y por ser satánica, se dejó decir estas arrogantes palabras: «Mi marido eres tú... todo lo demás... ¡papas!». Elástica era la conciencia de Santa Cruz, mas no tanto que no sintiera cierto terror al oír expresión tan atrevida. Por corresponder, iba él a decir mi mujer eres tú; pero envainó su mentira, como el hombre prudente que reserva para los casos graves el uso de las armas.

  4. Localización • Este es un fragmento relativamente conocido de Fortunata y Jacinta, una de las obras más importantes que escribió Pérez Galdós, autor enmarcado en el realismo, movimiento literario de la segunda mitad del siglo XIX que dio sus mejores frutos precisamente en el género novelístico. • Esta novela supone el final de una etapa en su obra que suele denominarse la de las novelas contemporáneas. Se desarrollan en la década de los ochenta del siglo XIX y destacan obras como La desheredada (1881), El amigo Manso (1882), Tormento (1884), o Miau (1888). En ellas Galdós inventa un mundo ficticio en el que refleja la realidad contemporánea concentrando su análisis en la ciudad de Madrid, que adquiere un papel protagonista a través de sus barrios, calles, plazas, iglesias, comercios y seres que lo habitan, ofreciéndonos una fotografía detallada de la España de la época. Su realismo se enriquece con la creación de personajes más complejos. A todo esto se une una visión crítica, propia del pensamiento progresista. En la siguiente década, sus obras se tiñen de un carácter más espiritualista, tienen un mayor escepticismo social, pero conservan una potencia narrativa excepcional. En su última etapa, sin alcanzar los logros anteriores, el realismo se mezcla con elementos fantásticos, maravillosos y entra en contacto con las preocupaciones de los noventayochistas.

  5. Género literario • En el siglo XIX se dan dos movimientos literarios aparentemente opuestos entre sí. • En la primera mitad de siglo se desarrolla el Romanticismo, movimiento caracterizado por la evasión y la imaginación de los autores. Frente a él surgirá en la segunda mitad del XIX el Realismo, el cual dejará de lado los lugares exóticos y lejanos para tomar un contacto directo con la realidad del momento. Los autores ahora buscan llevar a cabo una descripción minuciosa y objetiva de la sociedad del momento, tanto con sus virtudes como con sus defectos. • Este fragmento se inserta dentro del Realismo. Esta época se caracterizará por el empleo de nuevas técnicas de observación y descripción. Se busca ofrecer la misma visión que se captaría con una cámara fotográfica. • Los personajes cobran una importancia vital. Ahora los autores les prestarán especial interés y mostrarán una gran diversidad de matices. Al tener tanta importancia la rigurosa observación, se realizará una minuciosa descripción de estos.

  6. • Los temas se relacionan con la sociedad del momento, es decir, con todo aquello que permita hacer una denuncia del entorno en el que se vive. • En cuanto al estilo que emplean este se caracterizará por la naturalidad y por la escasez de recursos estilísticos. Se hará uso del diálogo y del estilo directo, cuando se reproducen las palabras literales de los personajes. Por ello, al mostrar los ambientes sociales, se emplearán coloquialismos e incluso vulgarismos. • El uso del narrador omnisciente es uno de sus rasgos característicos, ya que este conocerá a la perfección los pensamientos y sensaciones de los personajes.

  7. Tema • El TEMA del texto es el reencuentro de dos amantes: Fortunata, una muchacha humilde, y Juanito Santa Cruz, un señorito casado.

  8. Argumento • El texto reproduce un diálogo entre infantil y pretencioso que tiene lugar cuando Fortunata y Juan Santa Cruz se reencuentran tras un tiempo sin poder verse. En la sala de una casa alquilada por el joven para estar cerca de su amante, reconocen ambos su deseo de permanecer juntos, si bien la intensidad del sentimiento amoroso parece en la mujer irrefrenable, hasta el punto de desafiar la moral establecida y sus propias creencias, y más tibia en el galán, que utiliza grandes palabras pero huye del compromiso.

  9. ESTRUCTURA • El fragmento consta de varios párrafos entre los cuales encontramos texto del narrador (con él se abre y se cierra, además de aclaraciones y observaciones intercaladas en el diálogo) e intervenciones de los personajes en estilo directo. • En el primer párrafo (líneas 1-9) el narrador explica, en tercera persona, cómo Fortunata justifica sus actos achacándolos a una forma de actuar irreflexiva, fruto de una especie de destino incuestionable. Sabe que su conducta carece de moral y asume su culpa. • Líneas 10 a la 19: diálogo en el que los personajes conversan sobre sus desencuentros anteriores. Santa Cruz le explica su desesperación al no encontrarla y ella justifica su ausencia. • Líneas 20-24: texto del narrador y discurso indirecto libre. Fortunata observa la estancia y piensa en la intensidad de los sentimientos que en ella despierta Juanito.

  10. • Líneas 25-38: se retoma el diálogo. Los jóvenes se alaban mutuamente y después hablan acerca de la condición social de Fortunata, solo que desde diferente perspectiva: la chica se reconoce ineducada pero orgullosa de ser como es, mientras Santa Cruz intenta ensalzar su figura de una forma artificial, mediante conceptos elevados que, como asegura el narrador, ella no llega a entender. • Líneas 39-51: de nuevo palabras de amor y perdón entre ambos. El narrador (líneas 43-45), con cierta ironía, intercala sus apreciaciones sobre Fortunata, que acaba presentándose ante su amante como absolutamente dependiente de él, por cuanto nada más le interesa en la vida. Por último, el narrador valora la postura cobarde e hipócrita del seductor ante el atrevimiento de la mujer.

  11. ELEMENTOS DE LA NARRACIÓN TIPO DE NARRADOR • El narrador en tercera persona, omnisciente presenta la situación desde fuera, sin participar como personaje ni como testigo directo, pero conoce lo que piensan y sienten los personajes, sobre cuyas actitudes se permite hacer valoraciones: • “Se consideraba Fortunata en aquel caso como ciego mecanismo…” • “… pero la relativa elegancia con que estaba puesta no la afectó. En miserable bodegón…” • “Elástica era la conciencia de Santa Cruz, mas no tanto que…”

  12. PERSONAJES • En este caso intervienen dos de los protagonistas de la novela, que Galdós nos presenta mediante las observaciones que de ellos hace el narrador y a través de su lenguaje y comportamiento: • Fortunata es una joven humilde, con una educación deficiente (“¿Lo dices porque me he civilizado algo? ¡Quizá! No lo creas…”), orgullosa de su clase, pese a ello (“soy siempre pueblo; quiero ser como antes, como cuando tú me echaste el lazo…”), y absolutamente entregada a su amor por Santa Cruz (“Mi marido eres tú… todo lo demás… ¡papas!”) hasta el punto que todo ello la hace desentenderse de sus prejuicios morales (“y se conformaba, tal era su idea, con ir al infierno”). Fortunata se enfrenta a la moral dominante, bastante férrea en la España decimonónica. Antepone su felicidad a las convenciones sociales; incluso entiende “civilizarse” como un hecho negativo que la haría perder su espontaneidad, aburguesarse.

  13. • Santa Cruz se nos muestra como el típico señorito acaudalado (se permite alquilar una casa para tener cerca a la chica), atractivo y conocedor de su capacidad de seducción. De hecho, Fortunata alaba su aspecto y él, por su parte, sabe jugar con las palabras para mantenerse ante ella querido e inalcanzable a la vez. Tan pronto se expresa de forma que la chica apenas logra entender como coquetea con ella mediante un registro más coloquial: “lo esencial de la humanidad, la materia prima, porque cuando la civilización…”, “Me parece mentira que te tengo aquí, cogida otra vez con lazo, fierecita mía…”. Pero además, Galdós se sirve de la fina ironía para diseccionar la figura de Juanito: a diferencia de Fortunata, que, según el narrador, actúa como lo hace porque se ve arrastrada por “misteriosas energías que ordenan las cosas más grandes del universo”, su amante maneja su vida y sus sentimientos según le conviene, como se aprecia en el último párrafo. Es un personaje mucho menos fresco y espontáneo que Fortunata, un hombre convencional e hipócrita.

  14. LENGUAJE Y ESTILO • Como es habitual en esta etapa, el mayor mérito del escritor es adecuar el lenguaje al personaje que lo usa: son los llamados “diálogos veristas”. Pero no sólo en función de su clase social y sus conocimientos, sino también de su diferente temperamento. Apreciamos diferencias entre el tono natural y espontáneo de Fortunata, en cuyas expresiones encontramos rasgos propios del registro coloquial (interjecciones que intensifican la negación - ¡quizá!, Quita allá, ¡papas! –; diminutivos apreciativos - ¡pobrecito!-; entonación exclamativa, frases hechas - ¡Dios te lo pague!, Me echaste el lazo-; formas intensificadoras - ¡Qué guapo estás!)- y el uso de Santa Cruz que, aun siendo también coloquial en el proceso de seducción amorosa, se caracteriza por el empleo de vocablos abstractos (demencia, delirio, furor – véase la intensidad amorosa que pretende dar a entender- civilización, humanidad, ideas matrices…) e incluso metáforas: la cantera del pueblo, darme el estacazo… Un registro, pues, más retórico, incluso algo relamido. • No olvidemos que los que hablan son, en todo caso, dos enamorados, de ahí los diminutivos, las exclamaciones, las expresiones pueriles.

  15. • En el texto del narrador cabe señalar sus observaciones irónicas, a veces sustentadas en metáforas y símiles: “pero envainó su mentira, como el hombre prudente que reserva para los casos graves el uso de las armas”. • Dentro de las TÉCNICAS NARRATIVAS, además del ya mencionado narrador omnisciente, destacamos el empleo de diferentes puntos de vista: por ejemplo, cuando se describe la sala, se hace desde la perspectiva de Fortunata. Esta “cesión” del foco llega en algún momento a convertirse en estilo indirecto libre (líneas 8-9, líneas 21-24). • En cuanto al ESTILO, recordemos que la novela realista huye de la retórica innecesaria. Se busca una prosa exacta, no engolada ni ornamental. De hecho, las figuras empleadas (algunas metáforas, ya mencionadas, alguna hipérbole – “anegándose en su propia generosidad” – algún símil – “como el hombre prudente que…”-, algún hipérbaton – “En miserable bodegón, en un sótano…”) tienen como propósito precisar actitudes y sentimientos, en esa observación minuciosa de la realidad tan querida por los novelistas del Realismo.

  16. CONCLUSIÓN: RELACIÓN DEL TEXTO CON SU CONTEXTO • Se pueden apreciar diversos RASGOS REALISTAS / NATURALISTAS en este fragmento. Mencionaremos los más destacables: DEBÉIS REDACTARLOS. -Ya por el hecho de estar ante un fragmento de una novela, nos movemos en el terreno preferido por los realistas. Es la novela el mejor género para diseccionar la sociedad de su tiempo, en especial la clase media enriquecida, representada por Juanito Santa Cruz. -El propósito de crítica social, desde una perspectiva ideológica progresista en el caso de Galdós, se aprecia en la forma de ironizar acerca del comportamiento del don Juan, falso y pedante. -La preferencia por el narrador omnisciente, habitual en muchas novelas de la época y del propio Galdós.

  17. -El uso magistral de los diálogos, en los que se reproduce el habla adecuándola al tipo de personaje, es uno de los rasgos fundamentales del realismo galdosiano. Sobre todo destaca la soltura con que se reproduce el registro coloquial. -La observación y descripción minuciosa de la realidad. En el fragmento que nos ocupa predomina la etopeya sobre la prosopografía: son los propios personajes los que ensalzan mutuamente su aspecto físico; es el narrador quien analiza su comportamiento. -El estilo sencillo y sobrio, que huye de la retórica. • Por otra parte, pese a la deseada objetividad del relato realista, a Galdós le resulta inevitable mostrar su cercanía con los personajes más desfavorecidos, aunque, como en este caso, se trate de una mujer atrevida y que propicia un adulterio. Fortunata es espontánea, fresca, apasionada y sufridora, lo que la convierte, a los ojos del narrador, en un personaje mucho más interesante que el pedante de Juanito Santa Cruz.

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