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Erase una vez un pequeño , llamado Oscar, que vivía, con sus papás y su hermana Melinda, en una pequeña aldea de un precioso y frondoso bosque.Ya desde temprana edad, Oscar quería ser para poder curar a los animalitos del bosque, como su gran héroe “David, el gnomo”; así que todos los días asistía a las lecciones que Ernesto, un sabio y anciano gnomo, impartía sobre curativas y animales a los más pequeños de la aldea.
Una tarde, y Melinda, correteando por el bosque, se perdieron en la espesura. Después de mucho andar, buscando el camino de regreso a , se encontraron con un que tenía una mascota, una rrrrrrllamada Luna, que se había roto una pata. El hada estaba muy preocupada y no sabía qué hacer. Oscar, gracias a las lecciones de su profesor, consiguió curar la patita de Luna. Entonces, el hada les regaló una mágica que les serviría para encontrar siempre, estuvieran donde estuvieran, el camino de regreso a su casa, y unas pepitas mágicas que les servirían de defensa.
Por el camino de vuelta a casa, les salió al paso el Rodolfo que les quería robar la brújula mágica; entonces, Oscar recordó que en el bolsillo de su pantalón llevaba las pepitas que el hada les dio, sacó una y se la lanzó a Rodolfo quien salió corriendo como una en cuanto vio que un gran enjambre de abejas se abalanzaba sobre él.Oscar y Melinda se partían de la risa mientras retomaban el camino de regreso a su . Cuando llegaron a la aldea, contaron a todos lo sucedido y pusieron a buen recaudo la y las pepitas mágicas para que cualquier gnomo las pudiera utilizar en caso de necesidad.
