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EL AMOR EN LA LITERATURA

EL AMOR EN LA LITERATURA. Profesor Baudilio Hernández Cifuentes.

kuniko
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EL AMOR EN LA LITERATURA

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Presentation Transcript


  1. EL AMOR EN LA LITERATURA Profesor Baudilio Hernández Cifuentes

  2. Desmayarse, atreverse, estar furioso,áspero, tierno, liberal, esquivo,alentado, mortal, difunto, vivo,leal, traidor, cobarde y animoso;no hallar fuera del bien centro y reposo,mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,enojado, valiente, fugitivo,satisfecho, ofendido, receloso;huir el rostro al claro desengaño,beber veneno por licor suave,olvidar el provecho, amar el daño;creer que un cielo en un infierno cabe,dar la vida y el alma a un desengaño;esto es amor, quien lo probó lo sabe. Félix Lope de Vega

  3. Constante más allá de la muerte Cerrar podrá mis ojos la postreraSombra que me llevare el blanco día, Y podrá desatar esta alma mía Hora, a su afán ansioso lisonjera; Mas no de esotra parte en la ribera Dejará la memoria, en donde ardía: Nadar sabe mi llama el agua fría, Y perder el respeto a ley severa. Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido, Venas, que humor a tanto fuego han dado, Médulas, que han gloriosamente ardido, Su cuerpo dejará, no su cuidado; Serán ceniza, mas tendrá sentido; Polvo serán, mas polvo enamorado. Francisco de Quevedo

  4. Suspiros tristes, lágrimas cansadas,Que lanza el corazón, los ojos llueven,Los troncos bañan y las ramas muevenDe estas plantas, a Alcides consagradas;Mas del viento las fuerzas conjuradasLos suspiros desatan y remueven,Y los troncos las lágrimas se beben,Mal ellos y peor ellas derramadas.Hasta en mi tierno rostro aquel tributoQue dan mis ojos, invisible manoDe sombra o de aire me le deja enjuto,Porque aquel ángel fieramente humanoNo crea mi dolor, y así es mi frutoLlorar sin premio y suspirar en vano. Luis de Góngora

  5. Para una cubana Rubén Darío Poesía dulce y místicabusca a la blanca cubanaque se asomó a la ventanacomo una visión artística.Misteriosa y cabalística,puede dar celos a Diana,con su faz de porcelanade una blancura eucarística.Llena de un prestigio asiático,roja, en el rostro enigmático,su boca púrpura finge,Y al sonreírse vi en ellael resplandor de una estrellaque fuese alma de una esfinge.

  6. Éramos los elegidos del sol Y no nos dimos cuenta Fuimos los elegidos de la más alta estrella Y no supimos responder a su regalo Angustia de impotencia El agua nos amaba La tierra nos amaba Las selvas eran nuestras El éxtasis era nuestro espacio propio Tu mirada era el universo frente a frente Tu belleza era el sonido del amanecer La primavera amada por los árboles Ahora somos una tristeza contagiosa Una muerte antes de tiempo El alma que no sabe en qué sitio se encuentraEl invierno en los huesos sin relámpago Y todo esto porque tu no supiste lo que es la eternidad Ni comprendiste el alma de mi alma en subarco de tinieblas En su trono de águila herida en infinito.  Vicente Huidobro

  7. POEMA 5 Para que tú me oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en las playas. Collar, cascabel ebrio para tus manos suaves como las uvas. Y las miro lejanas mis palabras. Más que mías son tuyas. Van trepando en mi viejo dolor como las yedras. Ellas trepan así por las paredes húmedas. Eres tú la culpable de este juego sangriento. Ellas están huyendo de mi guarida oscura. Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

  8. Antes que tú poblaron la soledad que ocupas, y están acostumbradas más que tú a mi tristeza. Ahora quiero que digan lo que quiero decirte para que tú las oigas como quiero que me oigas. El viento de la angustia aún las suele arrastrar. Huracanes de sueños aún a veces las tumban. Escuchas otras voces en mi voz dolorida. Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas. Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme. Sígueme, compañera, en esa ola de angustia. Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras. Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas. Voy haciendo de todas un collar infinito para tus blancas manos, suaves como las uvas.

  9. FAREWELL Desde el fondo de ti, y arrodillado, un niño triste, como yo, nos mira.Por esa vida que arderá en sus venas tendrían que amarrarse nuestras vidas.Por esas manos, hijas de tus manos, tendrían que matar las manos mías.Por sus Ojos abiertos en la tierra veré en los tuyos lágrimas un día.Yo no lo quiero, Amada.Para que nada nos amarre que no nos una nada.Ni la palabra que aromò tu boca, ni lo que no dijeron las palabras.Ni la fiesta de amor que no tuvimos, ni tus sollozos junto a la ventana.

  10. 3(Amo el amor de los marinerosque besan y se van.Dejan una promesa.No vuelven nunca más.En cada puerto una mujer espera:los marineros besan y se van.Una noche se acuestan con la muerteen el lecho del mar.4 Amo el amor que se reparteen besos, lecho y pan.Amor que puede ser eternoy puede ser fugaz.Amor que quiere libertarsepara volver a amar.Amor divinizado que se acercaAmor divinizado que se va.)

  11. 5Ya no se encantarán mis ojos en tus ojos, ya no se endulzará junto a ti mi dolor.Pero hacia donde vaya llevaré tu miraday hacia donde camines llevarás mi dolor.Fui tuyo, fuiste mía. Qué más? Juntos hicimosun recodo en la ruta donde el amor pasó.Fui tuyo, fuiste mía. Tú serás del que te ame, del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste. Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.... Desde tu corazón me dice adiós un niño. Y yo le digo adiós.

  12. El Fornicio. Gonzalo Rojas Te besara en la punta de las pestañas y en los pezones, te turbulentamente besara,mi vergonzosa, en esos muslosde individua blanca, tocara esos piespara otro vuelo más aire que ese airefelino de tu fragancia, te dijera españolamía, francesa mía, inglesa, ragazza,nórdica boreal, espumade la diáspora del Génesis, ¿qué máste dijera por dentro?¿griega,mi egipcia, romanapor el mármol?¿fenicia,cartaginesa, o loca, locamente andaluzaen el arco de morircon todos los pétalos abiertos,tensala cítara de Dios, en la danzadel fornicio?

  13. Te oyera aullar,te fuera mordiendo hasta las últimasamapolas, mi posesa, te todavíaenloqueciera allí, en el frescorciego, te nadaraen la inmensidadinsaciable de la lascivia,rierafrenético el frenesí con tus dientes, mearrebatara el opio de tu piel hasta lo ebúrneode otra pureza, oyera cantar a las esferasestallantes como Pitágoras, telamiera,te olfateara como el leóna su leona,parara el sol,fálicamente mía,¡te amara!

  14. ¿Qué se ama cuando se ama? ¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué es eso: ¿amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes, o este sol colorado que es mi sangre furiosa cuando entro en ella hasta las últimas raíces? ¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo, repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces de eternidad visible? Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una, a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.

  15. Perdí mi juventud en los burdeles... Perdí mi juventud en los burdelespero no te he perdidoni un instante, mi bestia,máquina del placer, mi pobre noviareventada en el baile. Me acostaba contigo,mordía tus pezones furibundo,me ahogaba en tu perfume cada noche,y al alba te mirabadormida en la marea de la alcoba,dura como una roca en la tormenta. Pasábamos por ti como las olastodos los que te amábamos. Dormíamoscon tu cuerpo sagrado.Salíamos de ti paridos nuevamentepor el placer, al mundo. Perdí mi juventud en los burdeles,pero daría mi almapor besarte a la luz de los espejosde aquel salón, sepulcro de la carne,el cigarro y el vino.

  16. Allí, bella entre todas,reinabas para mí sobre las nubesde la miseria. A torrentes tus ojos despedíanrayos verdes y azules. A torrentestu corazón salía hasta tus labios,latía largamente por tu cuerpo,por tus piernas hermosasy goteaba en el pozo de tu boca profunda. Después de la taberna,a tientas por la escala,maldiciendo la luz del nuevo día,demonio a los veinte años,entré al salón esa mañana negra. Y se me heló la sangre al verte muda,rodeada por las otras,mudos los instrumentos y las sillas,y la alfombra de felpa, y los espejoscopiaban en vano tu hermosura.

  17. Un coro de rameras te velabade rodillas, oh hermosallama de mi placer, y hasta diez velashonraban con su llanto el sacrificio,y allí donde bailastedesnuda para mí, todo era olor a muerte. No he podido saciarme nunca en nadie,porque yo iba subiendo, devoradopor el deseo oscuro de tu cuerpocuando te hallé acostada boca arriba,y me dejaste frío en lo caliente,y te perdí, y no pudenacer de ti otra vez, y ya no pudesino bajar terriblemente soloa buscar mi cabeza por el mundo.

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