Qui nes pertenecen a la Iglesia

1. Qui�nes pertenecen a la Iglesia 19

2. Compendio del Catecismo 177. �Qui�nes son los fieles? 871-872 Los fieles son aquellos que, incorporados a Cristo mediante el Bautismo, han sido constituidos miembros del Pueblo de Dios; han sido hecho part�cipes, cada uno seg�n su propia condici�n, de la funci�n sacerdotal, prof�tica y real de Cristo, y son llamados a llevar a cabo la misi�n confiada por Dios a la Iglesia. Entre ellos hay una verdadera igualdad en su dignidad de hijos de Dios.

3. Introducci�n San Pablo compara la Iglesia -Cuerpo de Cristo- con el cuerpo humano, que es uno solo con miembros diferentes. En el cuerpo de la Iglesia la cabeza es Jesucristo, y los miembros, los cristianos: los de la tierra, los del purgatorio y los del cielo. Esta realidad singular de la Iglesia se conoce como Cuerpo M�stico de Cristo. La misi�n que han de llevar a cabo los cristianos tiene formas distintas, seg�n la funci�n que cada uno desempe�a en la Iglesia, pero todos tienen su responsabilidad. San Pablo compara la Iglesia -Cuerpo de Cristo- con el cuerpo humano, que es uno solo con miembros diferentes. En el cuerpo de la Iglesia la cabeza es Jesucristo, y los miembros, los cristianos: los de la tierra, los del purgatorio y los del cielo. Esta realidad singular de la Iglesia se conoce como Cuerpo M�stico de Cristo. Si consideramos los miembros que est�n en la tierra, son diferentes seg�n su posici�n en la Iglesia: el Papa, los obispos, los sacerdotes, los laicos,... Pero esas diferencias se articulan en la gran familia de los hijos de Dios, donde todos colaboran -como en una familia- para llevar a cabo la misi�n que Cristo confi� a sus Ap�stoles: predicar el Evangelio -con la particular observancia de los mandamientos- y comunicar la vida sobrenatural a las almas mediante los sacramentos, lo que posibilita a todos la salvaci�n en Cristo Jes�s. La misi�n que han de llevar a cabo los cristianos tiene formas distintas, seg�n la funci�n que cada uno desempe�a en la Iglesia, pero todos tienen su responsabilidad. San Pablo compara la Iglesia -Cuerpo de Cristo- con el cuerpo humano, que es uno solo con miembros diferentes. En el cuerpo de la Iglesia la cabeza es Jesucristo, y los miembros, los cristianos: los de la tierra, los del purgatorio y los del cielo. Esta realidad singular de la Iglesia se conoce como Cuerpo M�stico de Cristo. Si consideramos los miembros que est�n en la tierra, son diferentes seg�n su posici�n en la Iglesia: el Papa, los obispos, los sacerdotes, los laicos,... Pero esas diferencias se articulan en la gran familia de los hijos de Dios, donde todos colaboran -como en una familia- para llevar a cabo la misi�n que Cristo confi� a sus Ap�stoles: predicar el Evangelio -con la particular observancia de los mandamientos- y comunicar la vida sobrenatural a las almas mediante los sacramentos, lo que posibilita a todos la salvaci�n en Cristo Jes�s. La misi�n que han de llevar a cabo los cristianos tiene formas distintas, seg�n la funci�n que cada uno desempe�a en la Iglesia, pero todos tienen su responsabilidad.

4. Ideas principales

5. 1. La Iglesia est� gobernada por el Papa y los obispos El Papa y los obispos constituyen la Jerarqu�a, que gobierna el pueblo de Dios -asistida por los presb�teros y di�conos-, a la que hemos de amar y obedecer. La misi�n que ha recibido consiste en ense�ar la doctrina de Jesucristo; santificar mediante la administraci�n de los sacramentos; gobernar, dictando leyes que obligan en conciencia, juzgando y castigando, si fuera preciso. Pedro con los Ap�stoles gobernaron la Iglesia y transmitieron sus poderes a los sucesores. El Papa y los obispos constituyen la Jerarqu�a, que gobierna el pueblo de Dios -asistida por los presb�teros y di�conos-, a la que hemos de amar y obedecer. La misi�n que ha recibido consiste en ense�ar la doctrina de Jesucristo, predicando el Evangelio; santificar mediante la administraci�n de los sacramentos, medios de la gracia; gobernar, dictando leyes que obligan en conciencia, juzgando y castigando, si fuera preciso. Pedro con los Ap�stoles gobernaron la Iglesia y transmitieron sus poderes a los sucesores. El Papa y los obispos constituyen la Jerarqu�a, que gobierna el pueblo de Dios -asistida por los presb�teros y di�conos-, a la que hemos de amar y obedecer. La misi�n que ha recibido consiste en ense�ar la doctrina de Jesucristo, predicando el Evangelio; santificar mediante la administraci�n de los sacramentos, medios de la gracia; gobernar, dictando leyes que obligan en conciencia, juzgando y castigando, si fuera preciso.

6. 2. El Papa El Romano Pont�fice es el sucesor de Pedro, Vicario de Cristo en la tierra y cabeza visible de toda la Iglesia, con jurisdicci�n suprema sobre todos y cada uno de los pastores y fieles. Adem�s -por voluntad divina- el Papa es infalible y no puede equivocarse cuando define doctrinas de fe y de moral, como maestro supremo de toda la Iglesia. El Romano Pont�fice es el sucesor de Pedro, Vicario de Cristo en la tierra y cabeza visible de toda la Iglesia, con jurisdicci�n suprema sobre todos y cada uno de los pastores y fieles. Adem�s -por voluntad divina- el Papa es infalible y no puede equivocarse cuando define doctrinas de fe y de moral, como maestro supremo de toda la Iglesia. El Romano Pont�fice es el sucesor de Pedro, Vicario de Cristo en la tierra y cabeza visible de toda la Iglesia, con jurisdicci�n suprema sobre todos y cada uno de los pastores y fieles. Adem�s -por voluntad divina- el Papa es infalible y no puede equivocarse cuando define doctrinas de fe y de moral, como maestro supremo de toda la Iglesia.

7. 3. Los Obispos Por instituci�n divina los Obispos son sucesores de los Ap�stoles. En uni�n con el Papa, apacientan el pueblo de Dios como maestros de la doctrina, sacerdotes del culto sagrado y rectores de la grey que se les encomienda (de ordinario una peque�a porci�n de la Iglesia denominada di�cesis). �(�) dan a conocer infaliblemente la doctrina de Cristo cuando, aun dispersos por el mundo, guardan la comuni�n entre s� y con el sucesor de Pedro (�)� (Lumen gentium, 25). Por instituci�n divina los Obispos son sucesores de los Ap�stoles que, en uni�n con el Papa, apacientan el pueblo de Dios como maestros de la doctrina, sacerdotes del culto sagrado y rectores de la grey que se les encomienda, de ordinario una peque�a porci�n de la Iglesia denominada di�cesis. En lo tocante al magisterio de los Obispos, "aunque cada uno no goza de la prerrogativa de la infalibilidad, sin embargo dan a conocer infaliblemente la doctrina de Cristo cuando, aun dispersos por el mundo, guardan la comuni�n entre s� y con el sucesor de Pedro y, al ense�ar aut�nticamente las cosas de fe y costumbres, coinciden en que una doctrina debe ser definitivamente mantenida" (Lumen gentium, 25). Por instituci�n divina los Obispos son sucesores de los Ap�stoles que, en uni�n con el Papa, apacientan el pueblo de Dios como maestros de la doctrina, sacerdotes del culto sagrado y rectores de la grey que se les encomienda, de ordinario una peque�a porci�n de la Iglesia denominada di�cesis. En lo tocante al magisterio de los Obispos, "aunque cada uno no goza de la prerrogativa de la infalibilidad, sin embargo dan a conocer infaliblemente la doctrina de Cristo cuando, aun dispersos por el mundo, guardan la comuni�n entre s� y con el sucesor de Pedro y, al ense�ar aut�nticamente las cosas de fe y costumbres, coinciden en que una doctrina debe ser definitivamente mantenida" (Lumen gentium, 25).

8. 4. Los presb�teros o sacerdotes de segundo orden, y los di�conos Los presb�teros son los ministros de Cristo que, bajo la autoridad del obispo, cooperan con �l en la predicaci�n del Evangelio, en la santificaci�n de los fieles y en la direcci�n del pueblo cristiano, sobre todo mediante los sacramentos de la penitencia y de la Eucarist�a. Los di�conos han recibido el grado inferior del sacramento del Orden, pero no son sacerdotes; se ordenan para el servicio del pueblo de Dios en uni�n con el obispo y su presbiterio, en el ministerio de la liturgia, de la predicaci�n y de la caridad. Los presb�teros o sacerdotes de segundo orden son los ministros de Cristo que, bajo la autoridad del obispo, cooperan con �l en la predicaci�n del Evangelio, en la santificaci�n de los fieles y en la direcci�n del pueblo cristiano en orden a la salvaci�n, sobre todo mediante los sacramentos de la penitencia y de la Eucarist�a. Los di�conos han recibido el grado inferior del sacramento del Orden, pero no son sacerdotes ni pueden ejercer las funciones espec�ficamente sacerdotales; se ordenan para el servicio del pueblo de Dios en uni�n con el obispo y su presbiterio, en el ministerio de la liturgia, de la predicaci�n y de la caridad. Los presb�teros o sacerdotes de segundo orden son los ministros de Cristo que, bajo la autoridad del obispo, cooperan con �l en la predicaci�n del Evangelio, en la santificaci�n de los fieles y en la direcci�n del pueblo cristiano en orden a la salvaci�n, sobre todo mediante los sacramentos de la penitencia y de la Eucarist�a. Los di�conos han recibido el grado inferior del sacramento del Orden, pero no son sacerdotes ni pueden ejercer las funciones espec�ficamente sacerdotales; se ordenan para el servicio del pueblo de Dios en uni�n con el obispo y su presbiterio, en el ministerio de la liturgia, de la predicaci�n y de la caridad.

9. 5. Los laicos o seglares Los laicos son los fieles cristianos -excepto cl�rigos y religiosos- que, incorporados a Cristo por el bautismo, forman el pueblo de Dios y participan a su modo de la funci�n sacerdotal, prof�tica y regia de Cristo, ejerciendo en la Iglesia y en el mundo -seg�n su condici�n- la misi�n de todo el pueblo cristiano. Deben ser testigos de Cristo en todos los lugares donde vivan, y est�n llamados a ser santos, como los dem�s miembros de la Iglesia. La porci�n m�s numerosa del pueblo de Dios la forman los laicos o seglares. Los laicos son los fieles cristianos -excepto cl�rigos y religiosos- que, incorporados a Cristo por el bautismo, forman el pueblo de Dios y participan a su modo de la funci�n sacerdotal, prof�tica y regia de Cristo, ejerciendo en la Iglesia y en el mundo -seg�n su condici�n- la misi�n de todo el pueblo cristiano. Deben ser testigos de Cristo en todos los lugares donde vivan, y est�n llamados a ser santos, como los dem�s miembros de la Iglesia. La porci�n m�s numerosa del pueblo de Dios la forman los laicos o seglares. Los laicos son los fieles cristianos -excepto cl�rigos y religiosos- que, incorporados a Cristo por el bautismo, forman el pueblo de Dios y participan a su modo de la funci�n sacerdotal, prof�tica y regia de Cristo, ejerciendo en la Iglesia y en el mundo -seg�n su condici�n- la misi�n de todo el pueblo cristiano. Deben ser testigos de Cristo en todos los lugares donde vivan, y est�n llamados a ser santos, como los dem�s miembros de la Iglesia.

10. 6. Los religiosos Los religiosos son los fieles que viven apartados del siglo para profesar los consejos evang�licos de pobreza, castidad y obediencia; con lo que proporcionan un admirable testimonio de que el mundo no puede ser transformado ni ofrecido a Dios sin el esp�ritu de las bienaventuranzas. De esta manera contribuyen al bien de toda la Iglesia y a la realizaci�n de su misi�n salvadora. Los religiosos son los fieles que viven apartados del siglo para profesar los consejos evang�licos de pobreza, castidad y obediencia; con lo que proporcionan un admirable testimonio de que el mundo no puede ser transformado ni ofrecido a Dios sin el esp�ritu de las bienaventuranzas. De esta manera contribuyen al bien de toda la Iglesia y a la realizaci�n de su misi�n salvadora. Los religiosos son los fieles que viven apartados del siglo para profesar los consejos evang�licos de pobreza, castidad y obediencia; con lo que proporcionan un admirable testimonio de que el mundo no puede ser transformado ni ofrecido a Dios sin el esp�ritu de las bienaventuranzas. De esta manera contribuyen al bien de toda la Iglesia y a la realizaci�n de su misi�n salvadora.

11. Prop�sitos de vida cristiana

12. Un prop�sito para avanzar Medita en el encargo de Cristo, que dej� a todos los cristianos la responsabilidad de que se cumpla la misi�n de la Iglesia, y sacar consecuencias. Reza con frecuencia por el Papa y los Obispos. Sobre todo por el obispo de tu propia di�cesis; se puede hacer de modo especial en la Santa Misa.