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La Perspectiva de un Humanismo Transcultural

La Perspectiva de un Humanismo Transcultural. Paulette Karam Quintero 1106528 Armando López Lucas 1105694 Iván Solís Molina 1108333 Rodrigo Sánchez Barcelata 1109255. La necesidad de un nuevo humanismo De la experiencia humanista al pensamiento humanista.

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La Perspectiva de un Humanismo Transcultural

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  1. La Perspectiva de un Humanismo Transcultural Paulette Karam Quintero 1106528 Armando López Lucas 1105694 Iván Solís Molina 1108333 Rodrigo Sánchez Barcelata 1109255

  2. La necesidad de un nuevo humanismoDe la experiencia humanista al pensamiento humanista • Se entiende por experiencia humanista una experiencia radical de humanidad, de la propia humanidad que nos hace más como somos, que compartimos algo en común. • Tal experiencia es la que lleva consigo la vivencia, a través de la cual una persona se humaniza, desarrollando sus potencialidades y afrontando de manera humanamente enriquecedora las cuestiones cruciales que la vida va presentando: tales como la evolución hacia la adultez, opciones básicas ineludibles, las relaciones interpersonales, la muerte, etc. • Es una experiencia radical debido a que se confronta con la realidad, con sus posibilidades y límites hasta llegar a definir lo que le da sentido a su vida, a su existencia.

  3. Con esta enigmática ultimidad, esta experiencia tiene también un carácter religioso. • La riqueza de ésta se disemina por distintas vías, desde el arte hasta los modos de pensar, pasando por la manera de organizar la convivencia y o de desenvolverse en y ante las diferentes instituciones. • La experiencia humanista, alcanzadas ciertas condiciones: tecno económicas, sociopolíticas, religiosas, etc es virtualmente universal. • Sin embargo, la realidad es ambivalente, de modo que ésta será in-erradicable y se transmitirá de cultura en cultura dando lugar a desarrollos deshumanizantes. • Es necesario propiciar un pensamiento humanista que sea autónomo, que contenga una concepción humanista. • Aunque el humanismo universalista no sea, de facto, ya que no siempre es compartida por todos y muchas veces encontramos lo contrario de lo que postula, no por ello sus pretensiones se rebajan. • El pensamiento humanista ha madurado pero siempre con una perspectiva Occidental, aún cuando se desarrolló como universalista, de modo que se debe replantear para que no sea limitado, sino que se vuelva un pensamiento de universalismo transcultural. Para poder verlo desde el punto de vista de humanidad este pensamiento humanista de Occidente debe presarse a un diálogo intercultural.

  4. La Tradición Humanista de Occidente. La Crisis del Humanismo • La Historia de las diferente culturas llevan un camino o positivo o negativo, pero nunca unilineal, recta y diáfana en dirección a lo mejor. Al final todas se entrelazan en una Historia Universal que conlleva tendencias positivas o contrarias pero solo un camino lleva a una humanización. • En la historia de Occidente las tendencias siempre han ido por el buen camino pero a su vez se han acentuado amenazas; aunque se han conseguido metas emancipadoras también han surgido formas de servidumbre. Y aún de esta manera se ha logrado un progreso constante por más que haya riesgo de regresiones fácticas. • La Tradición Humanística viene a coincidir con esta parte positiva del progreso. El pensamiento humanista es la corriente- que conlleva la preocupación por el hombre y la resistencia a la deshumanización, es decir, el que ha originado las ideas para impulsar mejores condiciones de vida, modos de existir acordes con la dignidad humana.

  5. Las raíces de nuestra tradición humanista vienen de atrás, de la herencia judía y griega. • Con respecto a la primera, su perspectiva de experiencia humanista se concentra en la justicia y la denuncia de la idolatría; de la segunda esta concentrada en el hombre como valor, donde se pone en marcha el principio de autonomía. • Ya durante el Renacimiento se da un giro antropológico que hace despegar el humanismo moderno, donde se retoma la idea del hombre como valor. • Por último se da un giro humanista, donde además de definir al hombre como valor se le concibe como sustento de todos los demás valores y así la tradición humanista se va desarrollando con las aportaciones de muchos pensadores como Locke, Voltaire, Hume, etc.

  6. De este modo la tradición humanista ha ido concentrando sus diversas elaboraciones en torno a una ética autónoma de carácter universalista. • Esta va señalando orientaciones para la emancipación y criterios para enjuiciar nuestra realidad humana concreta. • No obstante, hay que reconocer la crisis del humanismo, después de la inmensa barbarie que nuestro siglo ha contemplado. • Algunos de los factores de esta crisis son el falso universalismo, que sostiene un humanismo muy etnocéntrico, poco respetuoso por lo diferente y la generalización. • Es importante reconquistar el humanismo necesario para poder sobrevivir, para crear un cúmulo de solidaridad que frene la injusticia que padecen los millones de seres humanos que soportan condiciones de vida in-humanas.

  7. La Vía negativa hacia un humanismo transcultural: “Que nada in-humano nos sea ajeno” • Se necesita un nuevo humanismo contra la barbarie, que reactualice la herencia de la tradición humanista, corrigiendo las insuficiencias y las desmesuras que entorpecieron sus posibilidades humanizantes. • No es cuestión, tampoco, de que ese humanismo sea por principio anti occidental pero debe contener un poco de todas las culturas, de lo positivo de cada una de ellas. • Para que este sea más accesible hay que ver todas las caras del humanismo, debe haber un acuerdo entre todos sobre lo que representa ser humano, lo que humaniza y así distinguir de lo que nos deshumaniza. • Aún cuando somos humanidad también poseemos algo de in-humanos, recaemos por accidente en regresiones . • “Que nada in-humano nos sea ajeno”, es el primer paso según Schaff, vía negativa para situarnos en la perspectiva de un humanismo transcultural.

  8. El Humanismo de los derechos humanos y la radicalización de la democracia. • El universalismo pretendido para una moral democrática y sus valores es el que corresponde a este nuevo humanismo dejando atrás insuficiencias y malentendidos. • Un humanismo transcultural que pase a través de las diferencias para hacer posible el encuentro y el reconocimiento recíproco de todos en los valores universalizables. • Éste ya lleva un buen camino recorrido, en el que ha ido concretando la relación ético-política: la vía de los derechos humanos universales. • Muchos creen que los derechos humanos son un invento de la cultura de Occidente. Pero esto depende totalmente de la perspectiva que se vea, desde arriba o abajo: maltrato, discriminación, campesinos y obreros explotados, gente marginada, etc. • Sin embargo, para todos, los derechos humanos universales, con el ideal civilizatorio de humanidad que portan, constituyen una resistencia contra las injusticias y el sufrimiento.

  9. La maduración de ideas y prácticas que ha conducido a la proclamación de varios derechos humanos universales se ha visto impulsada desde la tradición cultural de Occidente. • Estos derechos formulados son lo mejor que la cultura occidental puede aportar y son tesoro de su tradición humanista y emancipatoria. • Cambiar pautas, costumbres, normas y modificar actitudes, para acomodarlas a los requerimientos transculturales de los derechos humanos exige tiempo, procesos de aprendizaje, diálogo, etc. • De modo que para lograr un cambio debemos dar el apoyo necesario que nos toca ofrecer, respetar las particularidades humanizantes del modo de vida de los demás y abrir espacio para el diálogo.

  10. Entre lo universal y lo particular: multiculturismo, cosmopolitismo y ciudadanía. • El carácter transcultural que propagamos es clave para poder poner en la balanza las exigencias universalistas y las demandas sobre un punto de vista peculiar. • Se deben conjugar para salvar el abismo que pueda surgir entre una economía completamente globalizada, universalmente regida por criterios instrumentalistas, y un universo cultural fragmentado, con comunidades cerradas entre sí. • Lo que interesa al humanismo transcultural, es la difusión de una cultura democrática que no sea ciega para las diferencias, política de reconocimiento.

  11. La radicalización democrática de una ciudadanía activa. El papel de la educación. • Es imprescindible radicalizar la democracia, es decir, ajustarla cada vez más a las exigencias en cuanto a vida digna para todos, y que a su vez esta democracia se vaya transformando en una democracia participativa. • Para ello se necesita de una sociedad civil vertebrada, con capacidad de iniciativas, y dispuesta a vigilar críticamente el poder político. • Así, ésta pueda ir dotando al Estado de las dimensiones idóneas para un bienestar solidario. Además, ésta sociedad de estar conformada por una ciudadanía activa, radicalmente democrática y en condiciones de ejercer su plena soberanía. • Se requiere de una educación democrática que refuerce la participación en los ciudadanos, que los forme para darles las herramientas para acceder a un espacio de mediación necesario entre sociedad y Estado, la opinión pública. • Una educación así, llevada a cabo desde claves humanistas es pieza fundamental.

  12. El núcleo del necesario humanismo transcultural. • La subjetividad se debe reapropiar, se debe eliminar el individualismo egoísta, debe ser una individualización solidaria de subjetividad dialógica. • El individuo concreto en su humanidad, o la persona humana en su individualidad, es el valor supremo, es decir, un ser digno que establecidos los derechos humanos lo vuelven universal y le dan al hombre este valor de excelencia. • En la medida en que asumamos el imperativo categórico que propuso Kant, se logrará una convivencia constructiva y supervivencia de todas las culturas. El individuo como fin y no como medio.

  13. Sacralidad, finitud y sentido. • La sacralidad se ha de pensar de distintas maneras en cada cultura de este planeta, sin embargo representa la idea de inviolable, intocable, lo que exige el máximo respeto, para todas ellas. • El hombre debe ser intocable en su dignidad ya que ahí es donde radica lo sagrado que debe ser reconocido y nunca profanado. • Por ende, el hombre tiene su finitud en sí mismo, debe ser un ser concreto, poseyente de derechos que lo hagan humano, y que le den sentido. • Así, como objetivo último y resumiendo cuentas del humanismo transcultural, éste alienta una moral democrática que implica la apuesta por el sentido de una vida humana digna en la que conjuguen paz justicia y libertad.

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