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BIENAVENTURANZAS DE LOS SANTOS. Texto: Miguel Ángel Mesa Bouzas. Presentación: Asun Gutiérrez Cabriada. Música: Satie. Gymnopédie. Felices quienes caminan humildemente junto a su Dios y a los demás, sin más deseos ni recompensas que sus desvelos.
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BIENAVENTURANZAS DE LOS SANTOS Texto: Miguel Ángel Mesa Bouzas.Presentación: Asun Gutiérrez Cabriada.Música: Satie. Gymnopédie
Felices quienes caminan humildemente junto a su Dios y a los demás, sin más deseos ni recompensas que sus desvelos.
Felices quienes han recibido la llamada a la compasión, a la solidaridad, a la dulzura.
Felices quienes se entregan a la tarea encomendada con la convicción, la fuerza y la entrega de sus manos y su corazón.
Felices quienes se sienten cercanos a toda la humanidad, quienes no se quedan aislados en su pequeño grupo, reduciéndolo a una pequeña secta de elegidos.
Felices quienes reciben una misión, ante la contemplación de las necesidades de los demás, de su dolor, de su miseria, y se dan por entero, sin pedir nada a cambio.
Felices quienes no se sienten fundadores, ni “padres” o “madres” de nadie, sino hermanos pequeños de los más débiles y olvidados.
Felices quienes no anhelan recibir honores, ni privilegios, ni templos, ni casas de peregrinación, sino ser sencillamente ellos mismos, renunciando a cualquier tipo de riqueza.
Felices quienes no desean figurar, ni ser reconocidos, sino que su máxima dignidad es servir, adquiriendo así el sello indeleble de la fidelidad y la entrega por amor.
BIENAVENTURANZAS DE LOS SANTOS Felices quienes caminan humildemente junto a su Dios y a los demás, sin más deseos ni recompensas que sus desvelos. Felices quienes han recibido la llamada a la compasión, a la solidaridad, a la dulzura. Felices quienes se entregan a la tarea encomendada con la convicción, la fuerza y la entrega de sus manos y su corazón. Felices quienes se sienten cercanos a toda la humanidad, quienes no se quedan aislados en su pequeño grupo, reduciéndolo a una pequeña secta de elegidos. Felices quienes reciben una misión, ante la contemplación de las necesidades de los demás, de su dolor, de su miseria, y se dan por entero, sin pedir nada a cambio. Felices quienes no se sienten fundadores, ni “padres” o “madres” de nadie, sino hermanos pequeños de los más débiles y olvidados. Felices quienes no anhelan recibir honores, ni privilegios, ni templos, ni casas de peregrinación, sino ser sencillamente ellos mismos, renunciando a cualquier tipo de riqueza. Felices quienes no desean figurar, ni ser reconocidos, sino que su máxima dignidad es servir, adquiriendo así el sello indeleble de la fidelidad y la entrega por amor. Miguel Ángel Mesa Bouzas