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Quien no está con nosotros, está a nuestro favor. AMBIENTACIÓN. Hoy como ayer, el escándalo de los pequeños y sencillos se repite a un nivel u otro. El cristiano, la Iglesia no pueden quedar indiferentes ante hechos y situaciones escandalosas que, a veces se dan en su propio interior.
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Quien no está con nosotros, está a nuestro favor
AMBIENTACIÓN Hoy como ayer, el escándalo de los pequeños y sencillos se repite a un nivel u otro. El cristiano, la Iglesia no pueden quedar indiferentes ante hechos y situaciones escandalosas que, a veces se dan en su propio interior. La actitud debe ser siempre de lucha por todos medios contra el escándalo... evitando que estos medios, a su vez, provoquen nuevos escándalos.
En la vida se dan numerosos escándalos. Todos podemos ser protagonistas de los mismos. Celebrar la Eucaristía implica siempre un deseo de superarlos. Que al reunimos hoy sepamos acogernos con amor fraternal, dispuestos a escuchar la Palabra del Señor y a celebrar su Pascua con sinceridad. «Quien no está con nosotros, está a nuestro favor»
PARA ORAR y VIVIR LA PALABRA CONTEMPLACION ACCIÓN ORACION MEDITACION LECTURA Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor. PREPARACION
INVOCACIÓN INICIAL PREPARACION
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.
Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre lo que nos pide la Palabra. Amén.
¿QUÉ DICE el texto? LECTURA
primera lectura: Nm. 11,25-29 «Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta...»
El texto de los Números hay que comprenderlo en el contexto institucional que muestra su sentido: Los Números es un libro que defiende a ultranza la institución contra toda iniciativa paralela (cfr. 12, 1-10; 14, 16). Moisés es presentado como el jefe del pueblo, a quien ayuda el consejo de los setenta ancianos, institución tradicional en Israel (Ex 3, 16 ss.; Ez. 8, 1; 14, 1...). Como su función va a ser servir al pueblo, Moisés les transmite al Espíritu de Dios, y con su fuerza comienzan a profetizar.
Pero resulta que dos de estos ancianos, que no habían participado en la ceremonia y por tanto no se les había transmitido «oficialmente» el Espíritu, también profetizan en la fuerza del Espíritu. Esto hace surgir la acusación y suscita la respuesta de Moisés: «Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el Espíritu del Señor» (v. 29). Ya en este relato aparece claro que el don del Espíritu de Dios no es posesión de unas personas, ni privilegio de una institución determinada. El Espíritu que Moisés posee y se da a los ancianos es un Espíritu para el servicio.
SALMO RESPOPNSORIAL: Sal. 19(18) «Los mandatos del Señor alegran el corazón»
Estamos ante una de las piezas claves de la poesía religiosa universal. Para algunos autores este salmo está compuesto de dos poemas: un himno de la naturalezaa su Creador (vv. 1-7) y un himno didáctico sobre la Ley(vv. 8-15). Ambos distintos en estilo, tono, tema y origen. El autor de la primera parte sería alguien de una época antigua, incluso con inspiración pre-bíblica. La segunda parte es mucho más tardía, de la época que siguió al exilio, época en la que la Torá dominó la vida judía.
¿Un salmo o dos? El P. Alonso Schökel y varios otros comentaristas defienden la unidad del salmo. La clave está en saber unir la Naturaleza y la Ley. Y a ello da pie el v.7: «Nada se escapa a su calor». El comentarista Husserl dice: «Es como la unión de dos soles». Como el sol ofrece la luz física al horizonte fascinante del universo, así la Ley es la lámpara que da luz al horizonte moral del hombre. Como diría Kant: «El cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí formando una unidad divina».
La Liturgia de este Domingo ha elegido el himno a la Ley, es decir, la segunda parte del salmo: el don de la Ley que Dios concede al Pueblo de la Alianza para facilitarle el cumplimiento del Pacto, es decir, la obediencia como acto de amor y gratitud. «Los mandatos del Señor alegran el corazón»
SEGUNDa lectura: Stg.5,1-6 «No atesoren riquezas en la tierra»
Siguiendo la línea de su carta, y adoptando un estilo profético-apocalíptico, Santiago parece responder al escándalo de las desigualdades sociales. Su acusación contra los ricos y los poseedores de bienes de este mundo es dura, sin mediocridades. Los que han puesto su afán en la riqueza, en el oro o la plata, deben saber que su riqueza está podrida y será destruida (w . 1-4). Lo será porque es un bien perecedero: «no atesoren riquezas en la tierra...».
El tono que emplea el Apóstol es un tono de castigo inminente (w. 3-4). Y la causa fundamental es porque estas riquezas han sido injustamente conseguidas, porque han defraudado el jornal del obrero y han oprimido al pobre (cfr. Dt. 24, 15; Mlq. 3, 5; Sir. 31, 4; 34, 21-27; Am. 2, 6-7...). Pero Dios tiene sus preferencias puestas en los pobres y los trabajadores y no dejará de escuchar sus gritos (v. 6; cfr. Mt. 5, 1-12; Lc. 6, 24-26).
Santiago como el resto del Nuevo Testamento, no desprecia ni rechaza en sí los bienes de este mundo, ni defiende la miseria (aunque sí la pobreza, a veces incluso material), pues Dios ha creado las cosas para el disfrute del hombree, incluso, la Palabra de Dios considera los bienes como una bendición.
Lo que Santiago, en conformidad con Cristo, denuncia y ataca sobre todo es el abuso de la riqueza y el poder, la injusticia y el soborno por los que se consigue... En definitiva, la riqueza siempre será un obstáculo para entrar en el Reino de Dios (cfr. Bienaventuranzas: Mt. 5, 1-12; Mt 6, 19-21; 24; Lc. 12, 16-21; 16, 19-31...). «No atesoren riquezas en la tierra»
EVANGELIO: Mc. 9, 38-48 «Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor»
EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGUN SAN MARCOS R/. Gloria a Ti, Señor. (Lc. 9,49s; Mt. 10,42; Mt. 18,6-9; Lc. 17,1s) 38 Juan le dijo (a Jesú): –Maestro, vimos a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no nos sigue. 39 Jesús respondió: –No se lo impidan. Aquel que haga un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. 40 Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor.
41 Quien les dé a beber un vaso de agua en atención a que ustedes pertenecen al Mesías les aseguro que no quedará sin recompensa. 42 Si alguien escandaliza a uno de estos pequeños que creen [en mí], más le valdría que le atasen una piedra de molino en el cuello y lo arrojaran al mar. 43 Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtatela. Más te vale entrar manco en la vida que con las dos manos ir a parar al infierno, al fuego inextinguible...
45 Si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida que con los dos pies ser arrojado al infierno]... 47 Si tu ojo es para ti ocasión de pecado, sácatelo. Más te vale entrar con un solo ojo en el reino de Dios que con los dos ojos ser arrojado al infierno, 48 donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Palabra del Señor. R/. Gloria a Ti, Señor Jesús.
Re-leamos LA PALABRA para interiorizarla CONTEXTO
Como se ve en el cuadro anterior, la instrucción está compuesta de tres anuncios de la pasión. El primero es de Mc. 8,27-38, el segundo de Mc. 9,30-37 y el tercero de Mc. 10,32-45. Entre el primero y el segundo hay una serie de instrucciones que aclaran la conversión que debe acaecer en la vida de los que aceptan a Jesús como Mesías Siervo (Mc. 9,38 a 10,31). El conjunto de la instrucción tiene como fondo el camino de la Galilea a Jerusalén, del lago a la Cruz.
Jesús está en camino hacia Jerusalén (Mc. 8,27; 9,30.33; 10, 1.17.32), donde encontrará la cruz. Cada uno de estos tres anuncios deja una palabra de orientación por parte de Jesús, criticando la falta de comprensión de los discípulos y enseñando cómo debe ser su comportamiento.
- En el primer anuncio, Pedro no quiere la cruz y critica a Jesús (Mc. 8,32). Jesús exige de los que quieren seguirlo, llevar la cruz detrás de Él, perder la vida por amor a Él y su evangelio, no avergonzarse de Él y de su palabra (Mc. 8,34-38). - En el segundo, los discípulos no entienden a Jesús, tienen miedo y quieren ser grandes (Mc. 9,3-34). Exige: hacerse siervos de todos, recibir a los niños, los pequeños, como si fuese Jesús mismo (Mc. 9,35-37).
En el tercero tienen miedo y buscan promociones (Mc. 10,35-37). Jesús exige beber el cáliz que Él beberá, no imitar a los poderosos que explotan a los demás, sino imitar al Hijo del Hombre, que no ha venido a ser servido, sino a servir y dar la vida para rescate de muchos (Mc. 10,35-45). • En cada uno de estos tres anuncios, Jesús habla de su pasión, muerte y resurrección como parte del proyecto de Jesús: «El Hijo del Hombre debe sufrir mucho, y ser rechazado por los ancianos, por los sumos sacerdotes y por los escribas, para después ser muerto y, después de tres días, resucitaré» (Mc. 8,31; 9,31; 10,33). La expresión «debe» indica que la cruz ha sido anunciada ya en las profecías (cfLc. 24,26).
La comprensión total del seguimiento de Jesús no se obtiene por la instrucción teórica, sino por el empeño práctico, caminando con Él a lo largo del camino del servicio, de la Galilea a Jerusalén. ¡No el poder, sino el SERVICIO!
El texto de este Domingo pertenece a las instrucciones que siguen al segundo anuncio de la pasión. Y está organizado así: Estructura del texto:
Relectura del texto: En el Evangelio, Marcos nos presenta a Jesús actuando en la misma línea de Moisés, pero, claro está, superándolo. Las palabras puestas en boca de Juan, uno de los Doce, de colorido sectario y exclusivista, al suponer una actitud de rechazo a aquéllos que se sirven del nombre de Jesús para expulsar demonios sin pertenecer a su círculo, provocan la respuesta de Cristo: «no se lo impidan...
Algunas veces, los evangelistas usan varios de los discursos de Jesús (dichos en diferentes momentos y circunstancias), uno después del otro en el mismo texto. Aparentemente éste es el caso en el Evangelio de este domingo. De la variedad de las enseñanzas de Jesús, escojamos algunas ideas: Mc. 9, 38-40: La mentalidad cerrada de los discípulos y la mentalidad ecuménica de Jesús Alguno que no era de la comunidad usaba el nombre de Jesús para arrojar a los demonios. Juan, el discípulo, lo ve y prohíbe hacerlo: «tratamos de impedírselo, porque no nos sigue».
¡En nombre de la comunidad Juan impide que otro pueda hacer una buena acción! Por ser discípulo, él pensaba tener el monopolio de Jesús y, por esto, quería prohibir que otros usasen el nombre de Jesús para hacer el bien. Era esta una mentalidad cerrada y antigua del «¡Pueblo elegido, pueblo separado!». Jesús responde: «No se lo impidan. Aquél que haga un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor».
Para Jesús, lo que importa no es si la persona forma parte o no de la comunidad, sino si hace el bien que la comunidad debe hacer. Jesús tenía una mentalidad ecuménica. Al decir «el que no está contra ustedes, está a favor suyo» (v. 39; cfr. Núm 11, 25-29) Jesús quiere afirmar claramente que el hacer el bien, o el poseer el Espíritu o el decir verdad no es privilegio de ningún grupo.
Mc. 9,41: Quien da un vaso de agua recibe recompensa Una frase de Jesús ha sido colocada aquí: En verdad les digo: «Quien les dé a beber un vaso de agua en atención a que ustedes pertenecen al Mesías les aseguro que no quedará sin recompensa». Dos pensamientos podemos sacar de esta palabra de Jesús:
a) «Quien les da beber un vaso de agua»: Jesús se está dirigiendo a Jerusalén para dar su vida. ¡Gesto de gran donación! Pero Él no se olvida de los gestos pequeños de donación en la vida de cada día: un vaso de agua, una acogida, una limosna, y tantos otros gestos con los cuales podemos revelar el amor. Dice un refrán: «¡Quien desprecia al ladrillo no podrá nunca edificar la casa!».
b) «En atención a que ustedes pertenecen al Mesías», Jesús se identifica con los que quieren pertenecer a Él. Esto significa que, para Él, valemos mucho. Por esto, debemos preguntarnos siempre. «¿Quién es Jesús para mí?» y también es bueno preguntarse: ¿Quién soy yo para Jesús? En este versículo encontramos una respuesta que nos da valor y esperanza Todo aquél que da un vaso de agua, es decir, todo el que ayuda a otro hombre, sin discriminación ni particularismo... «no quedará sin recompensa».
Mc. 9,42: Escandalizar a los pequeños A continuación Marcos parece cambiar de tema, y nos habla del escándalo como una de las mayores dificultades para entrar en el Reino (cfr. Lc. 17, 1). El escándalo a los pequeños o los débiles, es decir, a los sencillos, a las personas «normales» (= comunes y corrientes) es de tal gravedad que cualquier castigo humano es preferible a cometerlo (w . 42-49). Todos los medios humanos son pocos para evitar el escándalo, cualquiera que sea.
Ningún escándalo percibido como tal puede dejar indiferente al que lo comete, a la sociedad, y menos a la Iglesia... Escándalo es aquello que desvía a una persona del buen camino. Escandalizar a los pequeños es ser motivo para que los pequeños se desvíen del camino y pierdan la fe en Dios. Quien hace esto, recibe la siguiente sentencia: «¡más le valdría que le atasen una piedra de molino en el cuello y lo arrojaran al mar!»
¿Por qué tanta severidad? ¡Porque Jesús se identifica con los pequeños! (cfr. Juicio final: Mt. 25,40.45). Quien los toca, toca a Jesús. Hoy, en muchos lugares, los pequeños, los pobres, muchos de ellos abandonaron la Iglesia católica y las iglesias tradicionales y van a otras iglesias. ¡No pueden creernos! ¿Por qué? Antes de acusar a los que pertenecen a otras iglesias es bueno preguntarse: ¿Por qué se van de nuestra casa? Si se van es porque no se sienten en casa con nosotros. Algo nos falta. ¿Hasta qué punto somos culpables? ¿Merecemos la soga al cuello?
Mc. 9,43-48: Cortar pies y manos Jesús ordena a la persona cortarse la mano, pie y sacarse el ojo, si fuesen motivo de escándalo. Dice: «Más te vale entrar manco (con un solo pie, ojo) en la vida que con las dos manos (pie, ojo) ir a parar al infierno, al fuego inextinguible». Estas frases no pueden ser tomadas literalmente. Significan que la persona debe ser radical en su opción por Dios y por el Evangelio.
La expresión «Gehenna» (infierno), donde su gusano no muere y el fuego no se extingue, es una imagen que indica una situación de la persona que se queda sin Dios. La Gehenna era el nombre de un valle vecino a Jerusalén, donde se arrojaba toda la inmundicia de la ciudad y donde había siempre un fuego encendido que quemaba toda la porquería. Este pestífero lugar se usaba por el pueblo para simbolizar la situación de una persona que no participaba del Reino de Dios.
Jesús acoge y defiende la vida de los pequeños Varias veces Jesús insiste en la acogida que hay que dar a los pequeños: - «Quien acoge a uno de estos pequeños en mi nombre, me acoge a mí» (Mc. 9,37). - Quien da un vaso de agua a uno de estos pequeños no perderá su recompensa (Mt. 10,42). - Pide no despreciar a los pequeños (Mt. 18,10). - Y en el juicio final los justos serán recibidos porque dieron de comer «a uno de estos más pequeños» (Mt. 25, 40).
Si Jesús insiste tanto en la acogida, es porque muchos pequeños de hecho no eran acogidos. En efecto, mujeres y niños no contaban (Mt 14,21; 15,38), eran despreciados (Mt 18,10) y obligados al silencio (Mt 21,15-16). Incluso los apóstoles impedían que se acercasen a Jesús (Mt. 19,13; Mc. 10,13-14). En nombre de la ley de Dios, mal interpretada por las autoridades religiosas, muchas personas buenas eran marginadas. En vez de acoger a los marginados, la ley se usaba para legitimar la exclusión. Jesús se pone de parte de los pequeños y asume su defensa.
Llama la atención lo que Jesús hace en defensa de la vida de los niños, de los pequeños, contrastándolo con lo que nosotros, «¡en pleno siglo XXI!» (como solemos decir a menudo), queremos hacer con nuestros niños: buscamos legalizar su eliminación antes de que nazcan... Y a esta barbarie la llamamos «progreso de la civilización», porque dizque en los países «desarrollados» rige esta legislación...
¿Qué es lo que hace Jesús con los niños?: ● Acoger y no escandalizar. Una de las palabras más duras de Jesús es contra aquéllos que causan escándalo a los pequeños, o sea, los que con su conducta quitan a los niños la fe en Dios. Para ellos sería mejor ponerse una piedra al cuello y ser arrojados al profundo del mar (Mc. 9,42; Lc. 17,2; Mt. 18,6). ● Acoger y tocar. Cuando los niños se acercan a Jesús para pedir su bendición, los apóstoles se enfadan y quieren alejarlos. Según las normas de la época, tanto las madres como los niños pequeños, vivían todos prácticamente en un permanente estado de impureza legal.
¡Tocar quería decir contraer impureza! Pero Jesús corrige a los discípulos y acoge a las madres y a los niños. Y los abraza. «¡Dejen que los niños vengan a mí, no se lo impidan!” (Mc. 10,13-16; Mt. 19,13-15). ● Identificarse con los niños. Jesús abraza a los niños y se identifica con ellos. Quien recibe a un niño, «me recibe a Mí» (Mc 9,37). «Y todo lo que hagan a uno de estos pequeños, me lo hacen a Mí» (Mt. 25,40). ● Llegar a ser como niños. Jesús dice a los apóstoles que se conviertan en niños y acepten el Reino como niños.
De otra manera, no es posible entrar en el Reino (Mc. 10,15, Mt. 18,3; Lc. 9,46-48). Él está indicando que los niños son los profesores de los adultos. Y esto no era normal. Queremos hacer lo contrario. ● Defender el derecho de gritar. Cuando Jesús entra en la ciudad de Jerusalén, son los niños los que más gritan: «¡Hosanna al hijo de David!» (Mt. 21,15). Criticado por los jefes de los sacerdotes y de los escribas, son defendidos por Jesús que invoca incluso las Escrituras para defenderlos (Mt. 21,16).
● Dar gracias por el Reino presente en los niños. La alegría de Jesús es grande, cuando se da cuenta de que los pequeños, entienden las cosas del Reino que Él anunciaba a la gente. «Padre, yo te doy gracias!» (Mt. 11,25-26). Jesús reconoce que los pequeños entienden mejor las cosas del reino que los doctores. ● Acoger y curar. Son muchos los niños y jóvenes que Él acoge, cura o resucita: la hija de Jairo, de 12 años (Mc. 5,41-42), la hija de la cananea (Mc. 7,29-30), el hijo de la viuda de Naín (Lc. 7,9-10), el hijo del funcionario público (Jn. 4,50), el niño que tenía cinco panes y cinco peces (Jn. 6,9).