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Bienvenidos a El rock de la momia El musical.
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Rock de la momia: El musical. En una noche cálida de verano, En el país del no me acuerdo, los niños lindos de mamá jugaban a ser traviesos. Tantas travesuras hicieron que giraron y giraron hasta que se convirtieron en pequeños monstruos que sacaron de quicio a la mamá y los mando a soñar un sueño.
Una vez dormidos los niños entran al mundo de los sueños. En este mundo suelen suceder cosas extrañas y fascinantes como para morirse del terror.
Los muertos viviente salen a escena buscando algo que comer. “Ay, qué hambre! ¡Qué calambre! Así gime y se lamenta un voraz muerto viviente. ¿Para que pide comida, si el pobre no tiene dientes? Ay, qué hambre! ¡Qué calambre!” Antonio Orlando Rodríguez
Aunque la bruja no fue invitada a este sueño de terror, como es una malcriada en el cementerio apareció. Con su estilo característico a todos, este ritmo cantó. “Con mi escoba mágica no hace falta brújula pues es tan magnífica que vuela con música” Antonio Orlando Rodríguez
De pronto algo aparece en la noche: el fantasma resfriado. ““¡Atchís!”, dice un fantasma que en sus andanzas pescó un resfriado y ahora está condenado (eso no lo entusiasma) a que le pongan una cataplasma.”
Y después de tantos estornudos sale a escena el pobre Drácula, que tiene un problema de colmillos y no es falta de brillo. “Andan diciendo que Drácula tiene flojos los colmillos y que ya encontró un dentista que se los pondrá postizos. Hay rumores de que el conde cambió de pronto su dieta: ahora come vegetales, detesta la sangre fresca.”
Las coristas “Cuando el reloj marca la una los esqueletos salen de su tumba”
“Ser un esqueleto tiene mucho swing: no gastas en ropa y vives feliz.” Antonio Orlando Rodríguez
Las coristas “Cuando el reloj marca la una los esqueletos se arrastran a su tumba”
Se oye a lo lejos el cabalgar de un caballo, unos gemidos que resuenan en nuestros oídos y que anuncian la llegada de un jinete que ha perdido la cabeza por culpa de un amor no correspondido. Balada del jinete sin cabeza “¡Que pasión y que embeleso! ¡Ay me muero por un beso!” aúlla un descabezado. …Una lánguida doncella, tan arisca como bella, su pasión ha desatado. …”Me adorará con exceso, más no puede darme un beso porque está decapitado”. Antonio Orlando Rodríguez.
Después de tanto lloriqueo del jinete enamorado, la doncella se recuesta por un rato y se queda sumida en un sueño profundo. En ese otro sueño aparece… el Hombre Lobo. Es un lobo qué terror, es un lobo qué feroz , viene a devorarme, es agonizante.
No es un lobo ¿qué pasó? no es un lobo, que terror, “Ese es mi hermanito, ¡pero si era un angelito!”
