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Filosofía de la ciencia I Dr. Miguel Angel Hernández Briseño Universidad de Guanajuato dr.mahb@gmail.com http://mahbcv.wordpress.com/. División de Ciencias Sociales y Humanidades/ CAMPUS Guanajuato. Introducción. http://mahbcv.wordpress.com/. Filosofía de la ciencia:
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Filosofía de la ciencia I Dr. Miguel Angel Hernández Briseño Universidad de Guanajuato dr.mahb@gmail.com http://mahbcv.wordpress.com/ División de Ciencias Sociales y Humanidades/ CAMPUS Guanajuato
Introducción http://mahbcv.wordpress.com/
Filosofía de la ciencia: ¿Qué es y para qué nos sirve?
Definición de Epistemología En el caso de una definición del concepto de epistemología es seguro que contiene de entrada un número variable de acepciones, esto es, que es un concepto polisémico. De tal suerte podemos atender a una definición usual de tal concepto sin que ello signifique una reducción de su posible carga semántica. “El concepto de epistemología es de hecho empleado de diversas maneras: según el país y para lo que se use, sirve para designar una teoría general del conocimiento (de naturaleza filosófica), o bien para estudios más pormenorizados sobre la génesis y la estructura de las ciencias.”* * P. Thuillier; “La manipulación de la ciencia”; Fundamentos; Madrid; 1975; citado en: J. M. Mardones y N. Ursua; Filosofía de las ciencias humanas y sociales: materiales para una fundamentación científica; Fontamara; México DF; 1997; P. 41
Dos formas de comprender la epistemología Podemos encontrar que epistemología puede ser un sinónimo de teoría del conocimiento. En primer lugar está la acepción que señala al concepto de epistemología como teoría general del conocimiento. Se refiere básicamente a la reflexión sistematizada sobre lo que se puede conocer de la realidad exactamente, lo que puede ser calificado como conocimiento verdadero y certero. Tal reflexión tiene su punto de partida en el pensamiento griego y se mantiene como uno de los tópicos claves del discurso filosófico hasta nuestros días. Por supuesto es necesario aclarar que el desarrollo de la epistemología no es continuo y sin variaciones, es decir lineal. No en todas las épocas históricas de la filosofía el discurso epistemológico ha detentado la misma importancia, así como no ha significado lo mismo. La historia de la filosofía muestra que después de Grecia y el Helenismo el discurso epistemológico procedió a ser un tema de poca relevancia; lo fue sobre todo en la Edad Media frente al preponderante discurso teológico.
La misma historia muestra que en la Modernidad y con un fuerte impulso de la Revolución científica del siglo XVII, el discurso epistemológico cobró mucha importancia aunque su significado difería del producido por la Antigüedad. Surge en este período el discurso epistemológico propiamente dicho, el que siguiendo la dirección del idealismo consideraron que: “[...] el problema cuyo estudio es tema específico de la teoría del conocimiento es el de la realidad de las cosas o en general del ‘mundo externo’.”* Esta forma de discurso epistemológico fue ampliamente debatida por varios filósofos y fue un movimiento importante sobre todo en la filosofía alemana desde la segunda mitad del siglo XIX hasta los primeros decenios del siglo XX * Abbagnano, N.; Diccionario de Filosofía; FCE; 1998; México; P. 227-228.
El segundo significado del concepto de epistemología es el producido durante el siglo XX. Ese es el de interés para este trabajo. En el siglo pasado la acepción teoría del conocimiento del concepto de epistemología, fue desplazada por otras como epistemología analítica o más recientemente filosofía de las ciencias. Esta última noción, filosofía de las ciencias, coincide precisamente con la segunda acepción de la definición de epistemología citada con antelación en el sentido de ser un método eficaz para llevar a cabo estudios pormenorizados sobre la génesis y la estructura de la ciencia y el conocimiento en general. Esta otra perspectiva se refiere a estudios de la emergencia y desenvolvimiento de las ciencias. Pero en ocasiones llega a parecer que el discurso epistemológico contemporáneo lleva a cabo una sostenida discusión bizantina sobre los procedimientos de la ciencia, y en general del conocimiento.
¿Dos culturas filosóficas? Una segunda dicotomía que atraviesa nuestro problema es el debate entre ciencias naturales y ciencias sociales. Este punto es relevante dado que una caracterización de la filosofía en la actualidad debe tener en cuenta ese proceso. El punto nuclear aquí es el modo en el cual cada sector estructura su método para llegar al conocimiento verdadero, según su objeto de estudio. Para ello será necesario exponer brevemente el contexto histórico de tal debate.
Entre los siglos XV y XVII se consolidó una forma de pensar completamente novedosa, tal evento se ha denominado como revolución científica, fenómeno de amplias repercusiones no sólo epistemológicas sino culturales. Devenido de tal revolución, el naciente discurso científico desarrolló instrumentos conceptuales cada vez más refinados, que podrían englobarse en la noción de paradigma naturalista, “...Cuyas características son: la cosificación, el reduccionismo procedimental, la simplificación analítica, así como el determinismo causal”.*Tales instrumentos y sobre todo sus aplicaciones produjeron una forma de pensar la vida que se llamó cientificismo. El cientificismo como un ambiente ya no sólo teórico sino cultural impactó en la sociedad y posteriormente fue tomado como uno de los conceptos clave del pensamiento ilustrado del siglo XVIII. *Cortes, R; “El debate de las ciencias sociales”, en revista Acta Universitaria; Universidad de Guanajuato; Vol. 12; No. 2; Mayo-Agosto 2002. P. 5-24.
Como reacción a este cientificismo del siglo de las Luces fue gestándose la necesidad por comprender el ámbito de lo social y el por qué de sus acciones. El factor detonante de tal proceso lo constituyo la revolución francesa. Sin embargo sería hasta el siglo XIX cuándo se cristalizó otra forma de conocimiento, en apariencia antagónica la ciencia natural. En ese siglo se acuñó la definición por parte de Wilhelm Dilthey de ciencias del espíritu. Ésta noción promovió el inicio de un intenso debate entre la forma consolidada del conocimiento, el científico natural, frente a las “nuevas ciencias”. Tal debate fue encabezado dentro del discurso filosófico principalmente por la corriente positivista frente a la hermenéutica. Las dos corrientes mantuvieron una relación discorde sobre diversos tópicos como la pertinencia del método científico y si éste era viable para el análisis de la sociedad industrial europea y norteamericana. Además, a mediados del siglo XIX y con los evidentes problemas sociales acarreados por la revolución industrial, ganó peso la justificación para disciplinas preocupadas por las contradicciones sociales generadas por el incipiente modo de vida técnico-industrial.
El mencionado debate se extendió a la primera mitad del siglo XX. Los participantes eran por una parte la corriente denominada neopositivismo o positivismo lógico, la cual estaba compuesta por una gran variedad de escuelas y pensadores que consideraban que la adhesión del discurso filosófico a los postulados de la ciencia natural repercutiría más adelante en un saldo benéfico para ella: “Ya en el siglo XX surge la moderna filosofía de la ciencia que, en contraposición a las interpretaciones psicologistas y mentalistas del conocimiento científico que predominaban en la tradición filosófica desde Hume y Kant, identifica la ciencia fundamentalmente con formulaciones lingüísticas en forma de conceptos y sistemas teóricos. Consecuentemente, el análisis conceptual y lógico pasó a considerarse como el único método filosófico válido para su estudio. Esta concepción lingüística tuvo sus inicios en el ámbito de las teorías matemáticas con Frege y Russell, pero luego se generalizó.” En: Medina, M.; “Ciencia-Tecnología-Cultura del siglo XX al XXI”; en: et. al.; Ciencia, tecnología/naturaleza, cultura en el siglo XXI; Anthropos- UAM; España; 2000. P. 17-18. También debe consultarse para el caso a Wittgenstein, L.; Tractatus Lógico-Philosophicus; Alianza; 1998; México.
Por otra parte se encuentra la corriente que se denomina crítica al programa cientificista. Estos pensadores señalaban a sus colegas analíticos su bizarro descuido por el desarrollo de un método propio. Tal frente aglutinaba a filósofos de orientación marxista como la Escuela de Frankfurt, o a los epistémologos franceses como Gastón Bachelard y Georges Canguilheim
Hay que hacer memoria también de la situación convulsa por la que Europa pasaba en la primera mitad del siglo pasado, y que suspendió momentáneamente el citado debate para reiniciarlo después en otro terreno. Los Estados Unidos fueron el lugar ideal para albergar a las grandes mentes del viejo mundo que huían de Europa que se autodestruía. Llegaron así físicos, químicos, y por supuesto filósofos, a nutrir el pensamiento de un país que llegaría a convertirse en superpotencia al finalizar la guerra. Los Estados Unidos es un país que, filosóficamente hablando, tiene raíces en la filosofía pragmatista de John Locke, Charles S. Pierce y William James. Es fácil inferir que debido a esas influencias varios pensadores del positivismo lógico y la epistemología analítica encontraron una bienvenida generosa en varias universidades. Posteriormente influyeron en la generación de la filosofía de la ciencia norteamericana. De ahí que varias de las ideas de estos filósofos fueran potenciadas y la filosofía de la ciencias difundida con interés y ahínco. Su visión del conocimiento sería también un elemento que a la postre intervendría no sólo el ámbito del conocimiento científico en ese país, sino que abarcaría espacios culturales y cotidianos.
“Aunque al principio se estructuró en la Europa central de los años veinte y treinta en torno al Círculo de Viena, fue, sin embargo, en EE. UU. Donde la filosofía analítica de la ciencia había de institucionalizarse con más fuerza, al fundarse la Philosophy of Science Association en 1934. A este país emigraron varios de sus más significativos promotores europeos, como Carnap o Hempel, huyendo del régimen nazi. El asentamiento de la concepción analítica de la ciencia en la primera mitad del siglo fue de la mano con su fijación a la física como el modelo universal de toda ciencia. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la física moderna se había consolidado como la estrella de las ciencias, sobre todo después del éxito en EE. UU., del proyecto Manhattan para la construcción de la bomba atómica. Con ello se hizo patente la importancia industrial, política y militar de la emergente tecnociencia y la filosofía analítica de la ciencia supo participar, de algún modo, de los reflejos de su aureola científica.” En: Medina, M.; “Ciencia-Tecnología-Cultura del siglo XX al XXI”; en: et. al.; Ciencia, tecnología/naturaleza, cultura en el siglo XXI; Anthropos- UAM; España; 2000. P.18
Mientras en Nueva York miembros de la Escuela de Frankfurt como Max Horkheimer y Th. W. Adorno pondrían en marcha una nueva etapa del Instituto para la investigación social, en la cual los de Frankfurt desarrollaron su “programa” con relación a las nuevas circunstancias de su entorno. La crítica a la ciencia y su devenir fue material para uno de los libros más famosos de estos hombres Dialéctica del Iluminismo, de 1947. Al término de la guerra estos pensadores regresarían para reconstruir la escena intelectual de Alemania. En otra órbita la “filosofía continental” presentaría con el renacimiento contemporáneo de la hermenéutica y el surgimiento del estructuralismo y del posmodernismo, algunos de sus frentes orientados a ofrecer programas alternativos de paradigma metodológico para las ciencias sociales.
Por ahora sólo habrá que resumir la existencia de dos clases de conocimiento de los fenómenos de la realidad en el mundo contemporáneo. El primero es de las ciencias naturales, mientras que el segundo es el de las ciencias sociales. Ambos comportan intereses y procedimientos distintos: uno es conocimiento para servicio del hombre, el otro es conocimiento del hombre mismo. En razón de su constitución misma el paradigma que más se acopla a las exigencias económicas del mundo contemporáneo es aquel conocimiento para servir al hombre, dado que es materialmente comprobable y económicamente redituable. Es posible sostener que la controversia descrita claramente ha influido en el discurso filosófico. Cabe por el modo en que tal división afecta la actividad filosófica, al grado de poder sugerir la existencia de alguna clase “culturas”en la misma.Al respecto hay que considerar los argumentos que señalan la necesidad de integración en ambos tipos de conocimiento. Quizás las palabras de N. Luhmann sean las indicadas para el caso:
“Ha sido norma en el pasado insistir en la diferencia entre las ciencias y las humanidades, o ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu. Esto es, en parte, una reacción a los éxitos maravillosos de las “ciencias reales”. Si las humanidades no pueden mostrar resultados similares, entonces se asume que esto es porque tienen una identidad diferente. La famosa fórmula de las “dos culturas” –similar a la de las “dos naciones” de los capitalistas y los trabajadores del siglo XIX- se ha convertido en un hábito del pensamiento, apoyado por un respeto similar al que se tiene hacia aquellas cosas que uno no comprende. También existe, por supuesto, un movimiento unificador de la ciencia, pero se trata de una reacción a la división previa del campo intelectual, y por el mero hecho de ser sólo una reacción, la unidad sigue siendo más débil que la división. Vivimos instalados en la diferencia, no en la unidad”. En: Medina, M.; “Ciencia-Tecnología-Cultura del siglo XX al XXI”; en: et. al.; Ciencia, tecnología/naturaleza, cultura en el siglo XXI; Anthropos- UAM; España; 2000. P.18
Reconstrucción Histórica I
La investigación sobre la naturaleza ha sido desde hace mucho tiempo tema de interés para la humanidad. Así lo manifiesta el interés del antiguo pueblo griego. Los llamados filósofos presocráticos como Tales, Anaxímenes o Empédocles, por mencionar algunos, han sido considerados como los primeros físicos o científicos de la historia (aunque no en el sentido contemporáneo del término, habría que aclarar). Sobre esta cuestión hay que reconocer ante todo que con los presocráticos: “[...] se inicia un pensar «demostrativo», que no se limita ya a escuchar relatos, sino que con su propia observación y reflexión crítica trata de captar algo y al mismo tiempo de razonarlo”. El interés por los fenómenos naturales en los filósofos griegos es un ejemplo temprano de “elaboración teórica” que intenta ofrecer una explicación racional de dichos fenómenos. Hoy sus planteamientos parecen ingenuos, pero tienen el gran mérito de ser una teoría sobre la naturaleza que intenta dar cuenta de su objeto en los términos y con los elementos de los cuales dispone el pensamiento racional. División de Ciencias Sociales y Humanidades/ CAMPUS LEÓN
Tradicionalmente se acepta que el filósofo griego que desarrollo el “sistema científico” más articulado y sistemático fue Aristóteles. El filósofo de Estagira desarrolló un sistema de investigación que intentaba dar cuenta de la constitución de la naturaleza, la actividad humana y la estructura del universo. Para ello el Estagirita expone las bases de su “sistema” en la Física. Como se sabe, la Física trata el tema del movimiento en clara polémica con los filósofos presocráticos. No obstante, los libros primero y segundo dan cuenta de la estructura de la investigación que este filósofo griego desarrollará: “Puesto que en toda investigación sobre cosas que tienen principios, causas o elementos, el saber y la ciencia resultan del conocimiento de éstos –ya que sólo creemos conocer una cosa cuando conocemos sus primeras causas y sus primeros principios, e incluso sus elementos-, es evidente que también en la ciencia de la naturaleza tenemos que intentar determinar en primer lugar cuanto se refiere a los principios […] Las cosas que inicialmente nos son claras y evidentes son más bien confusas; sólo después, cuando las analizamos, llegan a sernos conocidos sus elementos y sus principios”. Aristóteles, Física, Editorial Gredos, Madrid, 1995, Traducción de Guillermo R. de Echandía. P. 10 División de Ciencias Sociales y Humanidades/ CAMPUS LEÓN
“[...] Con mucha razón se llama a la filosofía la ciencia teórica de la verdad. En efecto, el fin de la especulación es la verdad, el de la práctica es la mano de obra; y los prácticos, cuando consideran el por qué de las cosas, no examinan la causa en sí misma, sino en relación a un fin en particular y para un interés presente”. Aristóteles, Metafísica, México D.F., Porrúa, 1996, Libro (a), capítulo 1, P. 31 En la cita anterior se encuentran los elementos del “sistema aristotélico”: La ciencia primera (o metafísica) Las ciencias práctica como la física o ciencia de la naturaleza referida al movimiento. Situada entre la física y la ciencia se encuentra el análisis (o lógica). Es necesario mencionar el sistema aristotélico debido a la relevancia del mismo dado que es considerado como uno de los primeros intentos en la historia del pensamiento por llevar a cabo una investigación rigurosa). División de Ciencias Sociales y Humanidades/ CAMPUS LEÓN
El caso particular de la lógica es ejemplar para nuestro argumento. Esta disciplina fue discutida y ampliada por mucha gente: los Estoicos durante el helenismo, o Severino Boecio que tradujo De interpretatione al latín en el siglo V. No es posible pasar por alto, entonces, que la Lógica aristotélica fue tomada como modelo de cientificidad durante mucho tiempo. Más adelante, en la Baja Edad Media la introducción en Europa de los antiguos textos “científicos” griegos (sobre todo los de Aristóteles) coadyuvó en el desarrollo de la “teología natural”. Podemos decir sin dejo de duda que Física, Analítica y Metafísica representaron durante mucho tiempo el canon de la ciencia y en ese sentido la investigación sobre la naturaleza siguió siendo cuestión filosófica. Inclusive, en la época del Renacimiento, no obstante la existencia de elementos que conforman una mentalidad pre-científica, no es apreciable aún la distancia entre ciencia y filosofía, aunque se comienzan a dar ciertas querellas. División de Ciencias Sociales y Humanidades/ CAMPUS LEÓN
La patrística (o neoplatonismo). San Agustín.“La teoría agustiniana del conocimiento ilustra bien este dualismo típicamente platónico, a la vez que destaca la diferencia cristiana. Como Platón, Agustín opone el saber sensible —tosco y engañoso— al saber inteligible de las ideas-esencias eternas. Pero éstas no constituyen, como en el idealismo platónico, un mundo en sí. Son las ideas pensadas y queridas por Dios. En adelante, la verdad y el mundo trascendentes dependen de un sujeto trascendente. Las idealidades platónicas no eran pensadas por un dios: eran objetos inmateriales, eternos, modelos de todas las cosas. Según la epistemología de inspiración agustiniana, el conocimiento espiritual se vuelve participación de la inteligencia humana en la inteligencia divina, ya sea que el hombre encuentre, en su propio entendimiento y con ayuda de la reflexión, las verdades que Dios ha inscrito en él, ya sea que Dios eleve el espíritu humano y le permita ver las verdades eternas directamente en el entendimiento divino. La segunda vía es más mística, pero una y otra postulan el auxilio de la luz divina y confortan la concepción teórica, contemplativa, del conocimiento.”[1] • [1] Hottois, G.; Historia de la filosofía; Págs. 39-40. División de Ciencias Sociales y Humanidades/ CAMPUS LEÓN
El tomismo (o neoaristotelismo). Santo Tomás. “El genio de Santo Tomás de Aquino (1125-1274) estribará en su capacidad para armonizar concepciones de Aristóteles y dogmas cristianos. Es inmensa la importancia de su síntesis teológico-filosófica, pues habrá de definir durante siglos la concepción occidental dominante del mundo y de la condición humana (contra ella se impondrá en gran parte la ciencia moderna) y perdurará con gran vivacidad incluso en nuestros días entre los pensadores cristianos neotomistas. En efecto, esta síntesis aristotélico-cristiana se conoce como tomismo y a partir del siglo xiii eclipsará a la síntesis agustiniana. Santo Tomás, por tanto, piensa que es posible aportar pruebas de la existencia de Dios, pero rechaza el argumento ontológico de San Anselmo. ¿Por qué? No porque el argumento sea falso en sí mismo —es verdad que la esencia de Dios implica su existencia—, sino porque carecemos de toda intuición directa de esta esencia di vina, lo mismo, por otra parte, que de cualquier otra esencia ideal. Se trata de una crítica al presupuesto platónico (y su adopción agus tiniana) de la intuición de las ideas. Se trata al mismo tiempo de una afirmación de nuestra insuperable finitud en tanto criaturas terrestres con inteligencia limitada y cuyo saber no puede en absoluto igualar a la ciencia divina, que es infinita y que domina la totalidad del tiempo y el espacio. División de Ciencias Sociales y Humanidades/ CAMPUS LEÓN
El momento en el que la «fragmentación epistemológica» parece comenzar a desarrollarse tiene cabida en la Modernidad, comenzando este período con la publicación del Discurso del Método en 1637. No hay que olvidar que el hecho que motiva las indagaciones cartesianas es precisamente la crisis cognoscitiva que provocó la caída del sistema aristotélico. División de Ciencias Sociales y Humanidades/ CAMPUS LEÓN
Otro crítico de la ciencia antigua fue Francis Bacón, que tuvo a bien llamar a una de sus obras Novum Organum, título de claras tendencias anti-aristotélicas. El “finalismo” de la ciencia aristotélica fue sustituido -en el caso de Francis Bacón- por la “causa eficiente”, de ahí surge el nuevo “causalismo” del período conocido como Modernidad. División de Ciencias Sociales y Humanidades/ CAMPUS LEÓN
Pero sin lugar a dudas el proceso de “fragmentación” al que nos referimos fue impulsado sobremanera por la Revolución Científica del siglo XVII, que produjo una manera de pensar la ciencia y la naturaleza muy diferente con respecto al modelo aristotélico de “ciencia analítica” y también con respecto al modelo de los primeros filósofos modernos. En ese momento comienza a darse propiamente lo que aquí se denomina «fragmentación epistemológica». Es claro que la tendencia registrada en la Revolución Científica es la de una línea divisoria entre la nueva ciencia y la filosofía o ciencia antigua. Quizá eso pueda explicarse dado el rápido desarrollo de la mecánica y su creciente mezcla con la vida productiva que fue generando una creciente especialización en el seno de la ciencia. Dada esa condición, fue posible la emergencia y desarrollo del discurso epistemológico como un intento de superación de la “teología natural” medieval, así como de la “filosofía natural” de la Modernidad temprana Sir Isaac Newton División de Ciencias Sociales y Humanidades/ CAMPUS LEÓN
Kant (1724-1804) El filosófo alemán propuso en la Crítica de la Razón pura una exposición de la ciencia que por primera vez implica una división entre ciencia y filosofía siendo solidario con el tiempo en que el mecanicismo estaba en auge, como podemos ver a continuación el lugar que ocupaba metafísica: “[...] la metafísica recibía el nombre de reina de todas las ciencias [...] La moda actual, por el contrario, consiste en manifestar ante ella todo su desprecio”.Kant, I., Crítica de la razón pura, Taurus, México D.F., 2006, P. 8. Mientras tanto las ciencias eran mejor valoradas: “De cuando en cuando se oyen quejas sobre la frivolidad de pensamiento en nuestra época y sobra la decadencia de la ciencia rigurosa. Sin embargo, yo no veo que las ciencias bien fundamentadas, como la matemática, la física, etc. merezcan en absoluto tal reproche. Al contrario, mantienen el viejo prestigio del rigor y, en el caso de la física, incluso lo sobrepasan”.Kant, I., Crítica de la razón pura, Taurus, México D.F., 2006, P. 8. División de Ciencias Sociales y Humanidades/ CAMPUS LEÓN
Hegel propuso en la Fenomenología, la Lógica, y la Enciclopedia propuso un sistema de ciencia que a la fecha no ha sido ponderado con cabalidad… División de Ciencias Sociales y Humanidades/ CAMPUS LEÓN