1 / 45

LA HUMANIZACIÓN

LA HUMANIZACIÓN. en el proceso de duelo. “No llores, no te rías; trata de entender”. Esta frase del filósofo Spinoza sugiere la actitud más adecuada que hay que adoptar al afrontar el tema de la humanización. D os actitudes contrastantes.

omer
Télécharger la présentation

LA HUMANIZACIÓN

An Image/Link below is provided (as is) to download presentation Download Policy: Content on the Website is provided to you AS IS for your information and personal use and may not be sold / licensed / shared on other websites without getting consent from its author. Content is provided to you AS IS for your information and personal use only. Download presentation by click this link. While downloading, if for some reason you are not able to download a presentation, the publisher may have deleted the file from their server. During download, if you can't get a presentation, the file might be deleted by the publisher.

E N D

Presentation Transcript


  1. LA HUMANIZACIÓN en el proceso de duelo

  2. “No llores, no te rías; trata de entender”. Esta frase del filósofo Spinoza sugiere la actitud más adecuada que hay que adoptar al afrontar el tema de la humanización.

  3. Dos actitudes contrastantes. La primera consiste en afrontar este tema con lamentos, llorando ante las situaciones que presenta la sociedad y que parecen ofender la dignidad de la persona humana. Esos lamentos asumen con frecuencia tonos moralizadores.

  4. La segunda actitud tiende a expresarse mediante un juicio sin relevancia sobre los temas de la humanización. Se valoran superficialmente las teorías y los programas destinados a humanizar, llegando en algún caso a ridiculizarlos.

  5. Es evidente que ninguna de estas actitudes puede evitarse totalmente. Reír y llorar expresan, en efecto, la dimensión emocional de nuestro acercamiento a la realidad. No obstante, sería un error dejarse absorber por ellos de tal manera que debilitaran la comprensión de todos los complejos fenómenos.

  6. Humanizar una realidad significa hacerla digna de la persona humana. Aplicado al duelo, humanizar significa referirse al hombre en todo lo que se hace para promover y proteger la salud psíquica y emocional, curar las heridas de la pérdida y garantizar el ambiente que favorezca una vida armoniosa en los ámbitos físico, emotivo, social y espiritual.

  7. Esta definición, más bien genérica, indica la necesidad de mantener viva la tensión entre el ser y el deber ser. Cuando la separación entre la realidad y el ideal supera los límites tolerables, se habla de deshumanización.

  8. Dos observaciones: -         Dada la tensión entre ser y deber ser, la humanización encuentra su lugar adecuado en el ámbito de la bioética.

  9. La humanización es un concepto relativo cuyo significado y amplitud dependen de numerosas variables, como los recursos económicos, el grado de cultura, la formación y los conocimientos científicos y técnicos, las creencias y los valores de las personas.

  10. D. Valoración de la dimensión espiritual No se da verdadera humanización sin fuertes motivaciones, sin valores. Por esto es necesaria la valoración de la dimensión espiritual para dar un rostro humano al acompañamiento.

  11. Valores de dedicación, entrega, disponibilidad en quien acompaña; de paciencia, confianza y respeto por parte de las personas afectadas por un duelo.

  12. La fe cristiana puede ser un aliado precioso en esta obra de humanización. Mirar a Jesucristo como inspirador puede ser fuente de energía en este proceso. Quiero compartir algunas sugestiones que encontramos en los Evangelio.

  13. “Ponte en medio” le dijo Jesús a un enfermo en la sinagoga. El lugar de la persona que sufre (enfermo, persona afectada por un duelo, quien vive un fracaso) está “en el medio” de la asamblea litúrgica, en el corazón y preocupaciones de los creyentes y de la sociedad. En aquel entonces como hoy había otras ideas, otra cultura, que marginaba. !Ponte en el centro!.

  14. “No tengo a nadie”, dijo un enfermo a Jesús. Tal vez sean las palabras más tristes del Evangelio. Tenemos un sueño: que nadie pueda repetir estas palabras, sin esperanza y horizonte de vida: la comunidad cristiana se hace solidaria con quien vive un duelo.

  15. Podríamos continuar con otros ejemplos: ¡Ésta es la verdadera humanización!”.

  16. Compromiso por la vida: resurrección de un joven en Naín Lc 7, 12-17 Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda, a la que acompañaba mucha gente de la ciudad. Al verla el Señor, tuvo compasión de ella, y le dijo: «No llores».Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon, y Él dijo: «Joven, a ti te digo: Levántate.» El muerto se incorporó y se puso a hablar, y Él se lo dio a su madre. El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: «Un gran profeta se ha levantado entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».

  17. Los milagros de resurrección En los Evangelios encontramos tres narraciones de “resurrección de un muerto” por parte de Jesús: Lázaro (Jn 11), la hija de Jairo (Mt 9,18-26) y el hijo de la viuda de Naím, el relato que estamos examinando. La narración es exclusiva de Lucas. Este milagro es signo que anuncia y anticipa la resurrección del mismo Jesús, Señor de la vida y manifestación de Dios, quien hace una opción fundamental a favor de la vida humana, creándola y manteniéndola en la existencia..

  18. El corazón de Jesús El episodio manifiesta, ante todo, el corazón de Cristo, lleno de bondad, ternura, sensibilidad, finura psicológica y humanidad, quien se compadece del dolor de una viuda en el momento de enterrar a su hijo único. El Señor, al verla, probó compasión y le dijo: “¡No llores!”. Debía ser un llanto que suscitaba lástima y duelo. Jesús, sin ser interpelado por nadie, toma la iniciativa directamente; responde a una necesidad real, a pesar de que nadie le pidió nada.

  19. “Sintió compasión”: San Lucas usa un verbo griego particular, que expresa un movimiento de todas las facultades de su persona, también desde un punto de vista físico; podríamos traducir con “una indignación y torcimiento de sus entrañas”. No se trata sólo de una conmoción sentimental, sino más bien de una sensación de “malestar físico” de las entrañas. Luego se dirigió al difunto, ordenándole: “¡Joven, a ti te digo: Levántate! El joven se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre”.

  20. El término “levántate” es el mismo que los evangelistas utilizan cuando relatan la resurrección del Señor. Según el lenguaje semita, el corazón (también las entrañas: sede de la vida) no es –como para nosotros- sólo la sede de la vida emocional, sino también de la inteligencia y la voluntad. Hablar del corazón de Jesús, es mencionar su conciencia y voluntad, el lugar en donde Él toma sus decisiones fundamentales. Una de ellas es su opción a favor de la vida.

  21. Jesús, más “fuerte” que la muerte El gesto de Jesús, quien resucita al joven de Naín, recuerda la acción profética con que Elías devolvió la vida al hijo muerto de la viuda de Sarepta (l Reyes 17). Pero Cristo lo logra con su sola palabra, sin necesidad de largas oraciones, ni ritos simbólicos, como hizo el profeta Elías. Es clara la intención de San Lucas: evidenciar cómo Jesús es superior a todos los profetas; su palabra participa de la misma fuerza creadora, que da la vida, de Dios Padre quien creó el cielo, la tierra y todo cuanto hay en ellos con su sola palabra, como atestigua la narración del Libro del Génesis.

  22. Dios, en su Hijo Jesús, visita a su pueblo Para interpretar este acontecimiento evangélico es necesario detenernos en el comentario de la multitud: “Un gran profeta se ha levantado entre nosotros”, y “Dios ha visitado a su pueblo”. Jesús es “un gran profeta”, más aún, es el más grande. Dios visita a su pueblo: es una creencia normal para todos los creyentes. Y la visita de Dios, actuada a través de la acción de Jesús, da vida también a los muertos. Sólo Dios es dueño de la vida y la muerte; Jesús se revela como Dios.

  23. Este milagro de Cristo, además, es signo del reino de Dios inaugurado y presente en su persona y palabra, de su soberanía sobre las fuerzas de muerte. A continuación de esta escena, Jesús proclamará a los emisarios de Juan el Bautista: "Vayan a anunciar a Juan: los ciegos ven... los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena nueva" (Lc 7,22). Efectivamente, Dios ha visitado a su pueblo: la resurrección del hijo de la viuda de Naín es un signo –el más portentoso- de la liberación que Cristo trae a todos los hombres, de irrupción de su Reino de vida en la historia de la humanidad.

  24. El Dios de la vida que compromete a favor de la vida Según la línea de todo el mensaje bíblico, Dios es “Dios de la vida”, el gran amigo de la vida, del ser humano y de todos los seres vivientes que Él creó en la naturaleza. La fe en Jesús conlleva para el cristiano un compromiso de servicio, valoración, promoción y defensa de la vida. El cristiano actúa, siguiendo a su Señor, defendiendo la vida contra todas las fuerzas de muerte: menosprecio de la vida, falta de respeto, opresión, miseria extrema, violencia, injusticia, mentira.

  25. El Papa Juan Pablo II hablaba, a este respecto, de una “cultura de la muerte” que va abriéndose camino en nuestra sociedad. En vez de emplear su avanzada técnica exclusivamente en mejorar la calidad y el nivel de la existencia de las personas y de las naciones, la usa en gran medida para destruir la vida, a la degradación del ambiente y de la naturaleza, creando y manteniendo industrias de armas y de muerte, fomentando modos de vida no saludables (drogas, alcoholismo, enfermedades debidas a estilos de vida no respetuosos de la dignidad), proponiendo contra-valores de injusticia, mentira y fealdad.

  26. Prolongar la “visita” de Dios Dios continúa “visitando a su pueblo” a través de la obra del creyente; continúa proclamando una y otra vez el carácter sagrado de la vida humana, como don supremo que recibimos de Él, su autor y dueño. Optar por la vida, defenderla y elevar su nivel humano es tarea confiada por Dios al hombre. No se trata sólo de la vida física, sino también de la calidad de las relaciones interpersonales, de la posibilidad de un desarrollo personal humano y espiritual, de la posibilidad de trabajar en un sector congruente con las posibilidades de cada persona, de contribuir al bien común, de formar una familia y permitir a los hijos seguir su vocación, de participar de los bienes de la cultura y del progreso social.

  27. Jesús dio vida al joven de Naín y confía a nosotros la tarea de ser artífices de vida, en todo sentido: física, interior, psíquica y espiritualmente. Una última reflexión se impone respecto a muchos jóvenes quienes, disfrutando de buena salud física, están muertos psicológica y espiritualmente, hundidos en los vicios o en formas de depresión sin esperanza, sin rumbo en su vida. Jesús junto con la comunidad creyente les dicen: “¡Levántate!”, “¡Resurge!”.

  28. La iglesia y el luto Además de la comunidad inmediata formada por familiares, amigos, vecinos y colaboradores profesionales o de trabajo, hay una comunidad más amplia, la Iglesia, que a lo largo de su historia ha ofrecido un aporte de esperanza a las personas que están de luto.

  29. La Iglesia asume un rol particularmente importante al interpretar a través de sus ritos estos acontecimientos, al decir su palabra acerca del misterio de la vida y de la muerte y al movilizar la solidaridad humana al servicio de quien ha perdido a una persona querida. La muerte constriñe al hombre a examinarse para valorar el significado de su vida, lo lleva a interpelarse sobre las cuestiones que no puede evitar y a reconciliarse con la propia finitud y condición de criatura.

  30. La aportación de la Iglesia, en el caso del hombre probado por el dolor y en búsqueda de su significado, se realiza a través de tres vías diversas: -         la liturgia, que se convierte en evangelización a través de los gestos y los ritos; -         el anuncio, que se hace evangelización a través de la palabra; -         la diaconía, que traduce el evangelio en servicio y en obras de caridad.

  31. La liturgia Los hombres son las únicas criaturas que entierran a sus muertos. Los ritos de sepultura se diferencian según los períodos históricos y las específicas realidades culturales y familiares. Distintas disciplinas han contribuido a iluminar el significado de los ritos en la historia humana: la arqueología documenta las prácticas y las costumbres de los diversos pueblos al disponer de sus difuntos; la sociología estudia el rol de los ritos en el desarrollo de los lazos comunitarios o de los cambios sociales; la teología ve en los ritos una expresión de los valores de una comunidad de creyentes.

  32. Estudios antropológicos han examinado una amplia gama de expresiones de fe religiosa y de rituales desarrollados en las diferentes sociedades, poniendo en evidencia el papel terapéutico en la elaboración del luto. Por desgracia la cultura occidental, invadida por un clima de secularización, de pluralismo y de fragmentación, ha dejado perder muchas tradiciones ligadas al luto… Para facilitar una sana elaboración de la experiencia luctuosa es preciso, por tanto, recuperar y valorar el significado de los funerales…

  33. Algunos de los elementos recurrentes en la práctica cristiana son: el honor dado al cuerpo del difunto considerado como templo del Espíritu Santo, el evento de la muerte iluminado por el anuncio del misterio pascual, la lectura de la palabra de Dios, de salmos y oraciones, el uso de símbolos religiosos (cirio pascual, aspersión, incensación, color morado de los ornamentos, etc.), para dar un significado de esperanza a circunstancias cargadas de misterio.

  34. La finalidad de los ritos cristianos no es la de venerar el cuerpo, sino la de celebrar la memoria del difunto, afirmar el valor de la vida y colocar el evento de la muerte en el horizonte de la esperanza cristiana. Hoy la liturgia de las exequias, aun ofreciendo espacio a adaptaciones según las necesidades de los contextos y de los lugares, se articula en tres momentos:

  35. la vigilia de oración en la casa del difunto o en una capilla (con la lectura de la palabra de Dios y el rezo del rosario...); -         la celebración de la misa de las exequias, generalmente en la iglesia parroquial; -         el último adiós de la comunidad al difunto en el cementerio. Estos actos litúrgicos, a través de su dimensión de familiaridad, hecha de gestos, palabras y acciones, confieren un sentido de continuidad a la vida y de pertenencia comunitaria a aquellos que participan en los mismos.

  36. Facilitan la elaboración del luto en cuanto que contribuyen a: -         afrontar la realidad de la muerte sin negarla u ocultarla; exteriorizar el duelo liberando las emociones que surgen; reavivar la fe y la esperanza de los asistentes; ritualizar el adiós a un miembro de la comunidad, ofreciendo apoyo a los familiares; reflexionar sobre la muerte evangelizando la vida. …

  37. El anuncio El cristianismo no es sólo celebración de ritos, sino proclamación de un anuncio. La misa exequial es un contexto privilegiado para interpretar la realidad de la muerte a la luz de las verdades de la fe. El anuncio se convierte en oportunidad para reflexionar sobre la teología de la vida y sobre la teología de la esperanza cristiana. La muerte es para todos un encuentro ineluctable e inevitable, que acrecienta la convicción del carácter provisional de la existencia.

  38. Ante esta esperanza, a menudo trágica e imprevista, la Iglesia anuncia el misterio pascual, que incluye la oscuridad del viernes santo y la luz de la resurrección de Cristo. La pascua sintetiza el trabajo humano y lo sitúa en la dimensión de salvación, anunciando que la vida es más fuerte que la muerte, pero que la nueva vida nace de la muerte, así como toda primavera nace del invierno y cada nuevo día es anticipado por la noche. …

  39. La diaconía de la caridad La Iglesia adopta ante el problema del dolor una actitud dinámica, tratando de superarlo cuando es posible, pero también una actitud realista y llena de esperanza, transformándolo en un instrumento de bien. … En primer lugar, toda persona tiene el deber de “hacerse prójimo” de quien está de luto. En segundo lugar, la curación del corazón depende de la capacidad del individuo afectado por el luto de reinvertir su patrimonio afectivo en otras personas o en otras causas para mantenerse abierto a nuevas oportunidades de dar o de recibir.

  40. La muerte de un amor puede llevar a encerrarse en sí mismos o a abrirse a un mundo de relaciones más amplio, aunque menos profundo. El reto consiste en despertar, en sacar a la luz y en potenciar aquellas virtudes sanadoras que contribuyen a dar significado a una vida diferente, como la fe, la apertura a los demás, la capacidad de elaborar nuevos proyectos, la voluntad de perdonar y ponerse en juego así mismos, etc. El dolor puede engendrar en los supervivientes expresiones creativas o nuevas actitudes de servicio al prójimo...

  41. En tercer lugar, la Iglesia, como comunidad, está llamada a prestar una atención especial a las personas de luto, para que en el dolor sufrido no se sientan solas u olvidadas, sino que adviertan la fuerza del respaldo comunitario. La proximidad de la Iglesia se puede expresar a través de diversas iniciativas: • A nivel litúrgico: •        liturgias de conmemoración de los difuntos de la parroquia propuestas en ocasiones particulares, como en la cercanía de Navidad;

  42. ·        momentos de catequesis sobre el tema de la muerte, del luto y de la esperanza cristiana utilizando, entre otras cosas, pistas ofrecidas por la liturgia dominical; ·        invitación extendida a personas de luto para participar en grupos de oración parroquiales o diocesanos. - A nivel socio - educativo: ·        promoción de grupos de ayuda mutua para personas que han sufrido una pérdida; ·        elaboración de un programa de conferencias sobre el luto, invitando a profesionales pertenecientes a diversas disciplinas;

  43.         apoyo a los "centros de escucha" que operan en la zona como recursos a los que se pueden dirigir las personas de luto; ·        promoción de momentos recreativos y sociales para viudos y viudas. - A nivel pastoral: ·        visita a personas de luto en sus casas, sobre todo en las fases más críticas de su duelo, preparando y delegando a un grupo de personas esta diaconía de la caridad;

  44. ·        implicación gradual de personas que han sufrido un luto en actividades e iniciativas parroquiales para ayudarlas a sentirse útiles y para darles la oportunidad de ejercitar sus talentos; ·        inserción de viudos y viudas que han elaborado positivamente su duelo en apoyo de otras personas afectadas por un luto para permitirles "consolar a todos los que sufren con el consuelo que nosotros mismos recibimos de Dios" (2Cor 1,4); ·        coordinación de iniciativas de ayuda práctica en favor de individuos o familias necesitadas.

  45. -         A través de la diversidad de estas aportaciones, la Iglesia se pone al servicio de los supervivientes de un luto, acompañándolos a re - dibujar el mapa de su vida y a elaborar nuevos espacios de pertenencia en el contexto de una comunidad más amplia. (De A. PANGRAZZI, La pérdida de un ser querido, Ediciones Paulinas, Madrid 1993, páginas 133-145)

More Related